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Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.

Heras-Casado, con Wagner en Núremberg

Gerald Finley como Hans Sachs, de pie en el centro.

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Estos días se representa en el Teatro Real de Madrid una de las obras más emblemáticas de Richard Wagner, Los maestros cantores de Núremberg, con dirección musical del granadino Pablo Heras-Casado. Este director, que se inició en los muy diferentes ámbitos de la música antigua, emprendió desde 2016 una inmersión en las obras de Wagner, que se inició con El holandés errante, en dirección escénica de Àlex Ollé (La Fura dels Baus) y continuó con un Anillo del nibelungo, cuyas cuatro partes fueron representadas en años sucesivos entre las temporadas 18/19 y 21/22, con una producción de Robert Carsen. Todo ello en el Teatro Real, del que es principal director invitado.

El pasado verano debutó en el Festival de Bayreuth dirigiendo siete funciones de Parsifal, entre ellas la inaugural, con producción de Jay Scheib, y obtuvo un éxito rotundo. Repetirá este año con la misma obra, de la que hay programadas seis representaciones. Eso indica el nivel de satisfacción del festival que dirige Katharina Wagner, bisnieta del compositor, con Heras-Casado. Y una muestra más de la proyección que está logrando el Wagner del director granadino es que ha sido invitado a dirigir una nueva producción de la Tetralogía que se inicia en enero próximo en la Opéra Bastille de París. La dirección escénica es de Calixto Bieito, con lo que se da la circunstancia inédita de que son españoles los dos responsables de esas representaciones del ciclo central de Wagner, que se extenderá durante cuatro temporadas.

No son muchos los directores de orquesta españoles que han trabajado el repertorio wagneriano. Hay que contar entre ellos a Jesús López Cobos y Rafael Frühbeck de Burgos, que fueron ambos directores artísticos de la Deutsche Oper en Berlín, si bien nunca dirigieron en Bayreuth. Además de Heras-Casado, el único español que ha subido al podio en el festival de Wagner fue el tenor Plácido Domingo, quien dirigió La walkyria en 2018 con sonada división de opiniones. Según ha contado el propio Heras-Casado, fue Katharina Wagner quien lo invitó a dirigir en Bayreuth tras haber asistido de incógnito a algunas representaciones del Anillo de Madrid.

Parsifal es la última obra de Wagner, y la única concebida para la singular acústica del Festspielhaus de Bayreuth, ya que fue escrita con el edificio construido. La primera edición del festival de Wagner se celebró en 1876 con representaciones de El anillo del nibelungo. El fracaso económico que supuso hizo que no volviera a haber festival hasta 1882, el año del estreno de Parsifal, unos meses antes de que el compositor muriese en Venecia el 13 de febrero de 1883. En el encargo de dirigir Parsifal al maestro granadino podría haber influido que Wagner sitúa la acción “en el dominio y el castillo del Grial Monsalvat; paisaje con el carácter de las montañas del norte de la España gótica”.

El propio Heras-Casado ha dicho en alguna ocasión que fue un gran wagneriano, Daniel Barenboim, quien le recomendó empezar a trabajar Wagner con El holandés errante. Después del Parsifal de Bayreuth, con Los maestros cantores ha decidido entrar en un mundo muy diferente, ya que es la única comedia de entre las obras de madurez de Wagner. Fue compuesta después de Tristán e Isolda y es, en cierto modo, su antítesis. Si en Tristán todo es cromatismo e indefinición tonal, en Los maestros cantores, el resplandeciente do mayor de la obertura anuncia un lenguaje diatónico de sabor tradicional, aunque no exento de complejidades armónicas.

El director de orquesta Georg Solti grabó esa obra dos veces, la segunda en 1995, más de veinte años después de la primera. Contó que se decidió a hacerlo tras escuchar casualmente por la radio el monólogo de Pogner en el primer acto: “Lo encontré tan bello, tan conmovedor que se me saltaron las lágrimas y enseguida tuve ganas de grabar de nuevo la obra”. Una obra que “no se interesa por dioses o héroes, sino por ciudadanos normales de Núremberg, y yo los amo”.

La producción que dirige Heras-Casado en Madrid cuenta con dirección escénica de Laurent Pelly y decorados de Caroline Ginet. El amplio reparto de cantantes está encabezado por el veterano Gerald Finley como un excelente Hans Sachs y Leigh Melrose como un Sixtus Beckmesser excesivamente histriónico.

Los nazis utilizaron esta obra como un símbolo nacional. En los últimos años de la Segunda Guerra Mundial en que hubo festival de Bayreuth, 1943 y 1944, solo se representaba Los maestros cantores. El punto de partida está en la interpretación que se dio a las últimas palabras de Hans Sachs en la obra: “Si el Sacro Imperio Romano Germánico estallara, nos quedaría todavía el santo arte alemán”. El director artístico del Real, Joan Matabosch, puntualiza en el programa de mano que Wagner dice que para él Alemania es el arte alemán. “Mensaje en nada militarista”, subraya Matabosch, “en las antípodas de la utilización tendenciosa que algunos hicieron durante la contienda”.

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