El nieto de Napoleón, el de Alberite, campeón del mano a mano a toda cancha

El nieto de Napoleón, el de Alberite, campeón del mano a mano a toda cancha

Rioja2

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Desde el triunfo de Barberito por incomparecencia de Gallastegi, hace ya décadas, la victoria de Iker Irribarria ha sido lo más cerca que ha estado un riojano de vencer en el mano a mano de primera: la cuarta parte de la sangre del campeón procede de Napoleón, un alberitense que emigró al País Vasco.

En el bullicioso homenaje al hormigón que es el frontón Bizkaia bilbaíno, el de Arama se coronó como mejor manomanista del año, la disciplina más prestigiosa de la pelota a mano, tras dejar en 13, apabullándole, al campeón de la pasada edición, Mikel Urrutikoetxea.

Los dos primeros tantos, ejemplo del nuevo juego del mano a mano, cayeron uno para cada finalista. Pero el 2 a 1 para Irribarria evidenció que el insolente novato había llegado para marcar territorio: Dominando Urruti, no solo alcanzó el gancho a la pared, sino que, tirándose en plancha a lo Titín, cruzó una dejada perfecta al ancho que sorprendió a su rival. El tercero para el aspirante provino de error del vizcaíno, que mandó al colchón superior un tremendo sotamano de diestra. Y el 2 a 3 fue un exceso de vista de Iker, al dejar pasar una pelota larga en el ancho que entró en los límites de la cancha.

Pero a partir de ahí, ya solo hubo un pelotari sobre la cancha: Iker Irribarria, que con su látigo de zurda controló la contienda, remató con suavidad y acierto tras colocar a su rival en el 7, y defendió solventemente con su derecha cuando la ocasión así lo requería. Fue un ejemplo del nuevo mano a mano, con ambos pelotaris colocados en el 4 para buscar la pelota de aire, preferentemente de sotamano, obligando al contrario a devolver también de aire desde los cuadros 6 o 7, para rematar a placer el que hubiera dominado el peloteo. Y en la gran final, ese pelotari portentoso fue Iker Irribarria, el ya campeón de la categoría reina de la pelota a mano.

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