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La ciudad de las luces

La ciudad de las luces

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Un 1 de enero de hace ya 126 años, allá por 1891, Haro se convertía en la primera localidad española, junto a Jerez de la Frontera, en contar con alumbrado público por electricidad. Y eso que, según diversas fuentes, aventaja a la cuna del jerez y puede presumir de ser la primera ciudad española con alumbrado eléctrico público en todas las calles del casco urbano, como detalla la web Harenses.es.

La historia de la electricidad pública había comenzado a dar sus pasos en Haro años atrás. En agosto de 1877, la fábrica de harinas y abonos La Minerva colocaba alumbrado público en sus instalaciones mediante una máquina dínamo. Por aquel entonces, las calles de la villa estaban iluminadas con farolas de petróleo, pero era un sistema deficiente.

En 1889, el Ayuntamiento decidía crear una comisión para estudiar la instalación del alumbrado eléctrico. El 15 de mayo de 1890 se adjudicaba el servicio, por 11.999 pesetas de pago anual, a la única oferta, presentada por Gonzalo Hernández Zubiaurre. Consistía en la colocación de 260 lámparas incandescentes de 16 bujías de intensidad y 8 focos que alumbren toda la noche en más de medio centenar de calles y plazas.

El domingo 7 de septiembre de ese mismo 1890, se procedía a la inauguración parcial del alumbrado en la plaza de la Paz, pero en aquella ocasión se registraron problemas con los focos que no comenzaron a funcionar hasta días después. La instalación completa se dio por finalizada el 1 de enero de 1891 y convirtió a Haro en la primera ciudad española con alumbrado eléctrico público en todas las calles del casco urbano.

En aquellos tiempos, las 260 luces y los 8 focos se encendían media hora antes de la puesta del sol y se apagaban media hora antes de su salida. La iluminación se extendía desde el castillo (al norte) hasta los jardines de la Vega (al sur) y desde el puente que cruza el río Tirón hacia la estación (al oeste) a las eras y calle de Santa Lucía en la carretera de salida hacia Logroño (al este y suroeste).

De este modo, todo el casco urbano quedaba iluminado e incluso las nuevas calles proyectadas. De ahí que los viajeros de los trenes de Miranda de Ebro a Logroño popularizan la frase “ya estamos en Haro que se ven las luces” cuando el convoy dejaba atrás Las Conchas y la curva de San Felices.

La historia del alumbrado eléctrico público nacía unida al vino. Cuando las viñas de Burdeos fueron arrasadas por la filoxera, los bodegueros franceses acudían a Haro a comprar grandes cantidades de vino que luego envejecían en sus bodegas. Haro se transformaba entonces en una de las ciudades más prósperas de España y esta circunstancia favoreció la construcción de servicios públicos novedosos en la España de entonces, como el alumbrado o la llegada del ferrocarril, e incluso que Haro contase con una oficina del Banco de España, adelantándose a muchas capitales de provincia, entre ellas Logroño.

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