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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Vino de Rioja Alavesa criado en el fondo del mar

Vino de Rioja Alavesa criado en el fondo del mar

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Es un vino idéntico al elaborado de forma tradicional, pero con una particularidad muy original: ha sido criado en el fondo del mar. Catabaco es un vino de La Rioja Alavesa, obra de la bodega de Lanciego De Luis R., como detalla Noticias de Álava.

El primero en realizar este “experimento” un día de pesca en San Carlos de la Rápita, cuando Javier San Pedro Rández junto a su hijo Javier San Pedro y su suegro, Francisco Ortega, bromeaban sobre la idea de una crianza de botellas colocadas en las bateas de mejillones y ostras sobre las que estaban pescando. San Pedro contactó con Raúl, propietario de varias bateas, para poder materializar esta idea.

El 3 de marzo de 2009 introdujeron en el mar las primeras botellas, a la misma profundidad que las ostras, cinco metros y medio. Permanecieron sumergidas entre 60 y 176 días y Terran de Vallobera fue el vino resultante de esta idea.

Años más tarde, en 2014, Luis Rodríguez también decidió realizar este experimento con algunas botellas junto al buzo asturiano Javier Domínguez. Sin embargo, la experiencia se vio frustrada porque algún desaprensivo localizó el lugar donde estaban las botellas y las robó, justo cuando estaba a punto de terminar el plazo para comprobar que todo estaba bien.

Superado el disgusto inicial, decidieron retomar el proyecto, cambiándolo de Lastres a Gijón, al ser ésta una zona más vigilada y fácil de controlar. Esta partida sí que ha llegado al final del proceso, y tras ocho meses bajo el mar, los vinos ya han sido catados.

Se ha podido comprobar así cómo ha evolucionado de forma diferente a otras botellas que no han sido sumergidas, “seguramente debido a la presión, a la luz y a la temperatura constantes”. Cantabaco, en honor al mar Cantábrico y a Baco, es “un vino más suave, el color es idéntico y el medio marino no le ha transmitido ninguna clase de sabor. Estaba muy equilibrado, como si llevara más tiempo en botella que el que no había estado en el mar”.

Ahora se comercializarán unas 580 botellas, con una etiqueta personalizada que especificará que las uvas proceden de viñedos de Lanciego. Las botellas no se despojarán de la costra que le ha regalado el mar, sino que se conservará y cada botella irá en estuche individualizado.

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