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Disfraces sexistas que ridiculizan a la mujer

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Los carnavales están a la vuelta de la esquina y todo aquel que se haya dado un vuelta por las distintas tiendas de disfraces de La Rioja habrán llegado a la misma conclusión. Mientras que los disfraces para ellos son más o menos 'normales' los disfraces de ellas suelen tener un denominador común, faldas cortas, escotes demasiados pronunciados y ridículos, muy ridículos.

SATSE pide que se retire el disfraz de enfermera

Unos disfraces que suelen ridiculizar a la mujer y que han colmado la paciencia del Sindicato de Enfermería. De hecho, en los últimos días este sindicato ha pedido a los comercios de Canarias que retiren de sus establecimientos aquellos disfraces que atenten contra la dignidad e imagen pública de las profesionales sanitarias.

De hecho, SATSE explica que ha propuesto a la ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, Dolors Montserrat, la creación de un Observatorio de la Mujer en el ámbito sanitario que trabaje para acabar con la utilización de estereotipos sexistas y denigrantes que deterioran gravemente la imagen de las enfermeras.

El presidente del Sindicato de Enfermería, Manuel Cascos, además, se ha dirigido por escrito a los responsables de una cadena de hipermercados en España para trasladarles el rechazo y malestar de su colectivo con este tipo de prácticas comerciales y pedirles que retiren de la venta ese tipo de disfraces.

Además de en este tipo de disfraces de carnaval o «halloween», Satse denuncia que se sigue difundiendo una imagen de la enfermería perjudicial para el colectivo en anuncios de fiestas universitarias y de otro tipo, en algunos vídeos musicales, programas de entretenimiento en televisión e, incluso, en desfiles de moda.

Una sociedad hipersexualizada

Pero además, nuestras colaboradoras de Serise Sexología han realizado un experimento. Con la llegada de los Carnavales se dirigen a un comercio cualquiera a elegir un disfraz.

Nos damos una vuelta por sus pasillos y en la mayoría, podemos encontrar la sección dirigida al público masculino, aquella enfocada al femenino, y algunos disfraces que pueden considerarse ¿unisex? ¿neutros?... Echamos un vistazo a los de ellos: policía, bombero, alienígena, vikingo, vampiro… Nos damos una vuelta por la sección femenina: policía sexy, bombera sexy, alienígena sexy, vikinga sexy, vampira sexy… Vamos, que con menos tela, faldas minúsculas, y un tallaje que se ajuste más al cuerpo acompañado del calificativo “sexy”, podemos convertir casi cualquier disfraz masculino en un producto dirigido a nosotras.

El sexismo y las tradiciones

El sexismo corre por la gran mayoría de nuestras tradiciones, fiestas y costumbres. A veces, sobre todo a nosotras, nos tachan de radicales, acusándonos de tener el radar muy activo y saltar a la mínima. ¿Cómo podemos saber si algo es sexista? Muy sencillo: cogemos el hecho concreto y lo aplicamos al género masculino. Si el resultado es ridículo, sí, es sexista.

Y ojo, porque el sexismo no solamente lo encontramos en el sector adulto de la población. Vivimos en una sociedad hipersexualizada, en la que se emplea el sexo en general y el cuerpo femenino en particular para vender prácticamente cualquier cosa, en la que la doble moral es el pan de cada día: por un lado condenamos con todas nuestras fuerzas la pederastia y por otro lado, “hace gracia” o incluso se puede llegar a verbalizar que “no es para tanto” (como nos han transmitido a nosotras) cuando vemos por las redes sociales un disfraz para niñas entre 1 (¡¡¡uno!!!) y 14 años de enfermera o bombera sexy. La normalización de este tipo de situaciones deja patente el camino pendiente en la lucha contra el machismo.

No suficiente con ello, con esta hipersexualización también vamos cargándoles la mochila desde bien pequeñas con esterotipos y expectativas sobre lo que de ellas se espera. Mujeres, eternas cuidadoras, femeninas (con el prisma tan rígido que se tiene en nuestra sociedad de lo que es femenino y lo que no), vestidas de una manera determinada, con colores concretos, maquilladas, con tacones… A todo ello, además, se suma la extendida noción de que hay cosas de niñas y cosas de niños, y nuestras alarmas saltan cuando un pequeño quiere disfrazarse de Frozen o una pequeña de Spiderman, alarmas que no son tales cuando encontramos disfraces sexistas, porque son aspectos que tenemos demasiado interiorizados y normalizados. Son niños, dejémosles serlo mientras puedan. Ya tendrán tiempo de crecer y darse de bruces con las exigencias sociales.

Apliquemos la regla anterior… Acudimos al comercio de turno en busca de un disfraz para nuestro pequeño y encontramos el de policía cachondo, bombero seductor, capitán canalla… ¿qué pensaríamos? ¿ridículo verdad?

A nivel pedagógico queda mucho por recorrer. En las aulas seguimos encontrándonos que muchos chicos y chicas conciben que existe una manera correcta de ser hombre o mujer, cuando la realidad es, que lo normal, es ser diferente, y que habrá tantas formas de ser chico o chica como personas en el mundo.

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