Algún día había que perder
El BM Logroño no termina de rematar la faena. Hace buen balonmano, engancha a la grada, se gusta, por momentos, aprieta y sabe sufrir, pero permite que sus rivales crean en poder sumar. Es el debe de esta temporada. A domicilio, ha estado a punto de costar derrotas (se empató en León, Huesca y Cuenca casi sobre la bocina) y ya cedió un empate en el Palacio ante el Granollers. Este sábado, vino la primera derrota de la temporada.
En casa, ante un Valladolid que se sabía que iba a imprimir mucha velocidad, que iba a intentar atascar a los riojanos con ese ritmo vertiginoso. Y durante muchos minutos, casi 50 parecía que, con altibajos, el duelo estaba encarrilado en favor de los franjivinos. Así lo indicaban el 18-14 y el 22-19. Sin embargo, Lobo nubló el ataque local y propició que los puntos volaran del Palacio sin que casi hubiera opción a retener al menos uno, 29-32.
Valladolid no esperó. Fue a por el partido. Duelo de ida y vuelta, donde era más importante la concentración para guardar el orden que otra cosa. Kusan era el hombre de referencia en los locales, mientras que Serdio y Víctor Rodríguez eran las bazas de David Pisonero. Hasta el 3-5 daba la impresión que los de Miguel Ángel Velasco habían entrado como al ralentí en labores defensivas. Pese al empate a 5, el dominio era de los pucelanos con el 6-7 y el 7-8 (minuto 18).
Sergey Hernández aparecía para relanzar a los suyos con un 11-9 que parecía hundir, en el aspecto mental, a los visitantes. Pero Diego Camino, con tres goles seguidos, daba aire sus compañeros: 13-12. La exclusión de Lobato ayudó para que el BM Logroño, más certero en la recta final del primer período, se fuera al descanso con tres goles de diferencia merced al penalti transformado por Sánchez-Migallón y el gol de Balenciaga para firmar el 15-12.
El BM Logroño iba a más: 17-13 y 18-14. Hasta que vino la segunda exclusión de Ilic. Vinieron las dudas. Con 21-19 el intercambio de goles podía ser positivo para los riojanos. Volvieron a aparecer las exclusiones y en ese vaivén de alternativas, los de Miguel Ángel Velasco empezaron a atascarse a la hora de lanzar a portería. Encima, Lobo había salido a escena con la intención de cambiar la inercia. Lo logró. Río y Víctor Rodríguez empataban a 25, con 10 minutos por jugarse, después del 25-23 porque Del Arco y Sánchez-Migallón tiraron fuera.
Se intuía que el equipo que iba por debajo le iba a dar la vuelta. Dicho y hecho. Tiempo muerto pedido por David Pisonero y voltereta en el electrónico, 26-27 con 9 minutos por jugarse. Lo peor es que el BM Logroño no reaccionó. Insistió en ofuscarse, en decidir mal y en no centrarse en la defensa. Había dudas. Los que no fallaban eran los pucelano. Seguros, convencidos.
Con el 28-30, Lobo se convertía en un muro. Sánchez-Migallón no lo pudo superar desde los 7 metros para evitar la derrota. Los anfitriones estaban afectados y lo acusaban sobre la pista. Serdio y Diego Camino hacían sangre con el 28-32 y 3 minutos por disputarse. Otro milagro, tipo León, Huesca o Cuenca, fue imposible. No hubo posibilidad. Toca asumir la primera derrota de la temporada para centrarse en recuperar la intensidad adecuada en defensa y el pulso en ataque. Lo malo es que el miércoles toca visitar al líder Barcelona.
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