Ser radioaficionado en los tiempos de Internet, una afición más allá de la nostalgia

Ser radioaficionado en los tiempos de Internet, una afición más allá de la nostalgia

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En el apagón masivo que tuvo lugar en Argentina y Uruguay el pasado mes de junio, sólo la comunidad de radioaficionados logró mantener las comunicaciones. Y es que cuando todo falla, este es el método más efectivo de comunicación, ya que no depende de nadie. ¿Creías que ser radioaficionado era una cuestión de nostalgia? Nada más lejos de la realidad, esta afición tiene más vigencia que nunca en todo el mundo y también en La Rioja.

Así nos lo cuentan el presidente y el vicepresidente de Radio Club Rioja (perteneciente a la Unión de Radioaficionados Españoles), Alberto Clemente y Rubén Santamaría. En nuestra comunidad, hay 292 autorizaciones concedidas a radioaficionados, según los datos del Ministerio de Economía. Todos ellos con un denominador común: su pasión por las telecomunicaciones.

“Cuando todo falla, es el método más efectivo de comunicación”

La curiosidad es la chispa que enciende todo. “Te preguntas cómo es posible hablar con otra parte del mundo, cómo se propagan las ondas, cómo funciona una antena... y te vas enganchando a este mundo. Comienzas de forma autodidacta, pero vas conociendo a gente que te va ayudando y empiezas a experimentar”, explica Santamaría.

De hecho, para ser radioaficionado basta con una antena (que se puede fabricar con un cable eléctrico), una fuente de energía y un equipo de radio. Unos medios muy básicos asequibles para cualquiera con una inversión mínima. Además, es necesario pasar unas pruebas para conseguir la autorización pertinente. A partir de ahí, todo depende de lo quieras gastarte y también de las condiciones externas: “influye mucho la orografía del terreno. No es lo mismo estar en un monte que en una ciudad, donde hay muchas barreras arquitectónicas”, detallan.

Una amplia gama de posibilidades

En los tiempos de Skype, Facetime y WhatsApp, ¿qué te lleva a intentar comunicarte a través de radiofrecuencia? No hay una única respuesta para esta pregunta, pero lo cierto es que las posibilidades que te brinda este medio son mayores de las que cabría imaginar a priori: “puedes charlar con un croata o un japonés, ponerte retos para intentar contactar con lugares muy lejanos como Nueva Zelanda, practicas idiomas, conoces geografía, puedes recibir imágenes de la Estación Internacional, conversar con un astronauta, hablar en morse...”.

La radioafición también tiene su lado más solidario. “Un jesuita que trabaja como misionero en medio de la selva en El Chad, ha montado una estación para pedir ayuda humanitaria cuando la necesita: ”a través de la radio pide medicamentos, alimentos... es su única forma de comunicarse con el exterior“.

Los hay incluso que practican radio deportiva, en la que compiten por establecer comunicación con el mayo número de entidades posible, y los que van más allá, los diexistas (de DX: distance x), que se ponen retos intentando acceder al mayor número posible de comunicaciones en lugares remotos.

Clemente detalla que se llevan a cabo expediciones a lugares inhóspitos, donde se realiza una instalación para que ese punto sea accesible. Una de ellas ha sido a la isla Pedro I, al oeste de la Antártida. ¿El lugar más difícil? Además de algunas islas perdidas, Corea del Norte es, sin duda, todo un desafío para los radioaficionados.

El perfil de un radioaficionado es muy amplio. “Te puedes encontrar con gente muy diferente, desde una persona de a pie, hasta un ingeniero, un premio Nobel o incluso al rey emérito”. De hecho, en la asociación están sorprendidos por el auge que está volviendo a tener esta afición: “nos estamos llevando una grata sorpresa porque cada vez hay más gente que se interesa, no es algo residual, está volviendo”. Su socio más joven tiene 18 años y también hay mujeres, aunque todavía son minoría.

La llegada de Internet, lejos de sustituir esta afición, la ha complementado.Estamos muy agradecidos a Internet, nos permite contactar con otros radioaficionados para quedar para comunicarnos, algo que antes hacíamos por carta, y también aprender más y comprar equipos en el mercado de segunda mano”. Queda comprobado que la imagen de un radioaficionado charlando, con ese ruido tan característico, con alguien en la otra parte del globo, está lejos de desaparecer.

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