El día a día en una familia con coronavirus

El día a día en una familia con coronavirus

Rioja2

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Unos décimas de fiebre en el abuelo encendieron las alarmas. Una prueba de saturación de oxígeno después terminó con una prueba de coronavirus positiva. El abuelo tuvo que ingresar en el Hospital San Pedro, al tiempo que en casa comenzaba una limpieza a fondo.

A los días, las personas que habían estado en contacto con él se tuvieron que someter a las pruebas PCR en el centro de diagnostico móvil del parking del CIBIR. Madre positivo, padre negativo. Ambos sin síntomas, quizás la madre algo de cansancio, dolor de piernas y molestia en la garganta, pero nada grave.

Unos días más tarde, el médico de Atención Primaria pidió al hijo mayor -26 años- que también se sometiera a la prueba, mientras la hermana pequeña, de 21, no ha tenido que hacérsela. El viernes se confirmó el positivo. “Después de que te digan que eres positivo, te acuerdas que igual el fin de semana habías estado algo más cansado de lo normal. Lo achacas al aburrimiento. No he tenido ningún síntoma, ni tos ni fiebre”, asegura Diego.

Aunque entienden que en este momento todos tienen ya el coronavirus, “lo importante es que estamos bien”. El abuelo de la familia evoluciona bien en el hospital y cada día hablan con él, ya que tiene teléfono móvil: “Tres llamadas repartidas a lo largo del día, una cada hijo”, explican, a la que se suma la llamada diaria de la médica para actualizar su evolución.

Rafa se encuentra a la espera de que una segunda prueba diga si ya es negativo o sigue siendo positivo. “Estamos esperando ese resultado para decidir si pasará la cuarentena con uno de sus hijos o en un centro intermedio”, explican. Además de Mari Mar, la madre de Diego, la otra hija, que es auxiliar de enfermería en el Hospital San Pedro, también ha dado positivo.

Cambio en las rutinas

Mientras, en Cenicero, esta familia ha cambiado sus rutinas para adaptarse a la nueva situación. “Ninguno salimos para nada, claro. Una tía, que vive cerca de nosotros, nos hace la compra y nos la deja en el ascensor”, explica.

“Hemos tenido que reubicar las habitaciones para estar aislados, mi padre ahora duerme en una cama en el salón”, cuenta Diego. Los confirmados como positivos, Mari Mar y su hijo utilizan un baño, mientras Juanjo y Elena utilizan el otro. También comen separados, unos en la cocina y otros en el salón y, cuando salimos de la habitación nos ponemos las mascarillas. “Ahora es más fácil que cuando solo mi madre era un caso confirmado porque pasamos tiempo juntos”, considera.

No obstante, el estado de ánimo va y viene: “como todo el mundo, supongo, cuando no estamos ocupados parece que no pasan las horas pero no me voy a quejar por eso, me encuentro bien, soy uno de los famosos asintomáticos”, dice entre risas Diego. No obstante, recuerda que los primeros días fueron más complicados: “Mi madre sí lo pasó peor al principio, con mi abuelo en el hospital sin poder verlo, la preocupación por evitar contagiarnos y el agobio propio de estar en aislada...”.

La vida de todos ha cambiado desde que nos tenemos que quedar en casa para evitar que este nuevo virus se siga propagando. La vida de esta familia, como muchas otras, todavía más al tener que enfrentarse a un aislamiento para el que nadie está preparado. Todavía les quedan algunos días así pero los afrontan con ganas. “Estamos bien, eso es lo que importa”, insiste Diego.

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