Entrevista a Marko Djokovic (Parte I): “Yo no conocía ese amor de amarte a ti mismo”

Entrevista a Marko Djokovic (Parte I): "Yo no conocía ese amor de amarte a ti mismo"

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Marko Djokovic (20-08-1991, Belgrado, Serbia) es un ex tenista profesional, hermano menor del número uno del mundo Novak Djokovic. Tras viajar por todo el mundo compitiendo en torneos de élite en el mundo del tenis, Marko, llegó a conocer a Pepe Imaz y mediante el amor, pudo superar las dificultades emocionales que le impedían disfrutar del tenis y la vida. Hoy en día trabaja como entrenador en la academia del arnedano en Marbella, en Puente Romano concretamente.

¿Cómo llegaste a conocer a Pepe?

Yo estaba jugando en Grecia unos Futures y conocí a Carlos (Gómer-Herrera). Jugamos un partido bastante divertido, duro y largo, y nos hicimos amigos. Después de eso viajamos juntos a otros torneos, nos conocimos más y me habló de Pepe y todo lo que estaba viviendo en Marbella. Me dijo si quería venir, yo en ese momento fui a jugar otros torneos y me lesioné. No jugué durante un año y no vine a Marbella. Volví a jugar un año después unos torneos y sufrí bastante emocionalmente. Buscaba el éxito en el tenis, no tenía suficiente como yo quería. No me amaba, no me respetaba y buscaba otras cosas. Estando con Carlos en unos torneos, colapsé emocionalmente y le dije que no quería volver a casa ni a ningún lado.

Me dijo que me viniera a Marbella. Allí conocí a Pepe, en el Club Manolo Santana. Pepe vino y me vio. Fallé 2-3 bolas y empecé a llorar porque estaba muy quemado dentro, después de sufrir unos años. Vino, me abrazó y yo empecé a llorar. Yo vengo de una parte de Serbia que la gente es más fría, el abrazo se ve un poco raro. Me preguntó si quería trabajar con él la parte emocional y yo dije que sí. Estaba muy infeliz. Salía como los jóvenes con 18 años, bebía alcohol... para olvidarme de mis problemas. No sabía la solución. Algo especial había en él que no había visto en otras personas. Me salieron muchas cosas, mis vivencias, mi estrés, mis miedos… Estuvimos cinco días hablando y él empezó a compartir sus cosas, sus vivencias y lo que él podía ver en mí, parecido a lo que había sufrido él mismo.

Al principio se me hacía raro decir amor, qué es amor. La única cosa que pensaba del amor era amor entre las personas o entre los padres y sus hijos. Yo no conocía ese amor de amarte a ti mismo. Pero, algo en mí me decía de probar ese camino. Me fui de Marbella y algo me decía de volver por esa energía que había sentido a través de él y el grupo que estábamos entrenando. Sentí que era una maravilla. Por primera vez, nadie me juzga, todos me miran como la persona que soy. Volví y empecé a trabajar con ellos más emocionalmente. El tenis es un reflejo de la vida, la gente que juega al tenis profesionalmente sabe que en la pista estás solo, no puedes esconder cómo eres. A través del tenis empezaron a salir muchas energías de baja vibración, por así decirlo. Empecé a trabajar y a amarme, respetarme y aceptarme tal y como soy. Todas las cosas venían de que no tenía amor hacia mí mismo.

¿Pensaste alguna vez en olvidarte del tenis?

En ese momento que he comentado yo no quería jugar más. Pero, algo en mí me decía, como cuando me decía de venir a Marbella, de seguir jugando, yo tenía 21 años. También tenía la otra parte en la que yo quería tener el éxito que yo deseaba en el tenis, esa parte del ego me decía que tenía que conseguir eso porque la gente me iba a decir que qué maravilla. Yo sabía que tenía suficiente nivel para llegar al Top 200 o 150, da igual. Con el grupo de Pepe empecé a sonreír, estaba más feliz y más libre. Seguí jugando a tenis y mucha gente a mi alrededor no compartía que yo siguiera con Pepe. Decían que no se podía jugar al tenis con esa harmonía, que tenía que ser más duro. Yo no lo compartía porque en los entrenamientos había visto que podía jugar en esa harmonía y con intensidad. A mí me salía todo mucho más fácil.

Antes de estar con Pepe, entrenaba en academias y hacía dos veces fitness y dos veces tenis al día. Además, tengo genética por mis padres que me hacían tener cuerpo para tenis. Entraba a la pista y duraba un set, no podía más. Era todo emocional. Trabajé esa parte con Pepe y empecé a entrenar mucho menos. Luego salía a la pista y podía jugar cinco horas. Al principio me pasaba en los entrenamientos y, como no tenía apoyo, me atreví a decir que podía tomar mis propias decisiones. Os amo, pero dejadme tomar mi decisión. Respetaron eso y seguí con Pepe. Hubo un momento que jugaba increíble y me sentía libre. Yo siempre he jugado al tenis para alguien. Por primera vez en mi vida empecé a jugar al tenis como un juego, para mí mismo. Vi que me encantaba el tenis pero no tenía tantas ganas de tener la vida de un tenista.

¿Se te hacía duro viajar tanto?

Si le preguntas a todos los tenistas te van a decir que es muy duro. Generalmente es duro, pero si tú de verdad tienes un deseo de jugar, no se hace duro. No es fácil, estás fuera de casa, estás viajando… El tenis es un trabajo, pero viven del tenis solo los mejores. Y eso la gente no lo ve. Tú ves lo generalizado, pero no ves lo que hay detrás. Del tenis viven máximo 100 personas. Es verdad que pierdes dinero cada semana.

En ese tenis de abajo, los jugadores compiten por ganar dinero más que por títulos.

Ese jugador se despierta y, dice, cómo lo hago ahora. Tengo que jugar unos equipos aquí, otros allí, para poder tener esa oportunidad de viajar. Sponsors de verdad hay pocos. Yo he conocido a un chico que era el 250 y tenía que comprarse raquetas. Y es un crack. Imagina el 250 del mundo en cualquier otra cosa, en abogados por ejemplo. Y el tenis que tiene tanto dinero, por qué no se lo dan a esos jugadores que lo merecen. Yo sé y mucha gente sabe lo que los jugadores han gastado para poder seguir viajando y jugando, estar en las mejores academias, tener buenos entrenadores… Muy poca gente puede viajar con entrenador. Con fisio, casi nadie. Los jugadores se hacen amigos y viajan juntos para poder ayudarse el uno al otro. Pero, no es fácil.

¿Qué es lo que más te gustaba del circuito?

Lo que me ha dado el tenis ha sido viajar mucho, conocer muchas personas, culturas distintas… Conocer países como España, Alemania, República Checa… Me ha dado bastante. Viajar te hace madurar más. Yo tenía ese placer de pode viajar, con 14 años salí de casa. Estaba solo en una academia sin padres, tenía que trabajar para hacerme amigos y aprender de la vida mucho más rápido. No puedo decir que he vivido una vida dura cuando hay países como Siria o mi país con guerra, en África que la gente no tiene ni agua… Desgraciadamente es así el mundo, espero que cambie. Nos estamos matando unos a otros, en mi país yo he vivido eso con las guerras que ha habido en Serbia, Yugoslavia y todos esos lugares. Hasta hermanos y familias murieron. Es bueno tener consciencia de eso y, al mismo tiempo, trabajar para no tener una guerra contigo mismo. Eso me ayuda un montón.

Yo le pregunté a Pepe cómo cambiar el mundo. Y él me dijo que lo mejor que podía hacer es cambiar yo y, el resto, la vida organiza. En el momento no le entendí, pero ahora le entiendo. Tú te centras en tí mismo, vives el momento y haces tu trabajo, meditas diariamente, trabajas para no enjuiciarte. Y, si pasa, no pasa nada, es normal. Hay que intentar ser mejor persona, pero no hay que enseñar a los demás algo, porque ahí aparece el ego. Si tu conectas con esa luz que tienes dentro, es la conexión con el universo, con Dios o como quieras llamarlo. Pepe me ha ayudado a verlo.

Foto: Marko Djokovic

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