La madre de Carolina acusa a la abuela:“ yo nunca atentaría contra la vida de mi hija”

Rioja2

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Hoy ha comenzado en Logroño el juicio por el asesinato de la niña Carolina, de 5 años, en la habitación de un hotel de Logroño el 26 de enero de 2020. Un jurado popular enjuiciará a la acusada, la madre de la niña, para la que el fiscal solicita la prisión permanente revisable por un delito de asesinato con alevosía y a persona especialmente vulnerable.

Frente al Palacio de Justicia, Maria José Valgañón, en representación del padre, ha manifestado su “confianza en el jurado”. “El padre ha sido hasta ahora muy reservado, ha sufrido muchísimo, tengo confianza en que se haga justicia con Carolina”, ha dicho al tiempo que ha pedido respeto para el mismo.

Se ha unido a la petición del fiscal de prisión permanente revisable, del mismo modo que Alicia Redondo, que representa a la acusación popular con la asociación Clara Campoamor. Redondo ha trasladado sus “ganas de que se haga justicia y, por fin, podamos conocer la verdad de lo que sucedió”. Ha subrayado que se trata de una “niña pequeña”, así como “la crueldad de cómo sucedió todo”.

El juicio

La defensa de la madre de la niña ha acusado a la abuela de la niña y ha manifestado que no planeó ni participó en el asesinato, siendo una víctima más. Mientras ésta ha pedido la libre absolución, las acusaciones han insistido en que no tenía ningún trastorno psiquiátrico y tomó la decisión cuatro meses antes, apoyándose en los vídeos que dejó grabados y en los que reflejaba “intención de no dejar con vida” a la niña.

La letrada de A.U. ha asegurado que “ni planeó ni participó” en una muerte de la que ha acusado a la abuela, que tras el asesinato de la niña se quitó la vida, encontrándose su cuerpo en el río Ebro, y que estaba agobiada por un problema económico tras ser estafada.

La defensa de la acusada ha hablado del “deseo de protección” de la madre de Carolina, por la delicada salud de esta última, que el padre de la menor interpretó como un “control obsesivo” por la falta de entendimiento entre los dos, que ya no eran pareja.

Se ha referido a la “fragilidad psíquica de la madre”, señalando que “es la abuela la que toma las decisiones”. Ha relatado cómo el fin de semana de los hechos recogió a la niña del colegio el viernes e hicieron lo habitual: jugar y ver películas.

Ese fin de semana, el tío de la pequeña estaba en casa de la abuela, donde también vivía la madre y, por tanto, estaba Carolina. La abuela le dijo a la madre de la niña que necesitaba que le diera el aire, agobiada por sus problemas económicos que sólo había compartido con su hija.

Así, le pidió que cogiera a la niña, dormida, y se las llevó a Logroño, para salir de Haro. Una vez en la capital riojana le comunicó a la acusada que había cogido un hotel, para que no pasaran frío mientras ella se despejaba.

La niña se despertó, pidió desayunar y compartió un colacao y un cruasán con su madre. Después, ambas volvieron a dormirse a causa de un medicamento que les dio la abuela. La hoy acusada manifiesta que se despertó, vio la sangre y comprobó que la niña no se despertaba.

En boca de su abogada ha asegurado no “atentó contra la vida de su hija, cuyo bienestar era lo que más le preocupa”. Ha apuntado que en el bolso de la abuela se encontró el medicamento y dos cuchillos, reiterando que “no es autora ni conocía las intenciones” de la abuela, de hecho, es una “víctima” más.

Por contra, en el escrito de acusación, el fiscal considera que la madre de la niña planeó su asesinato como “último acto posesivo” antes del suicidio. Relata, también, que lo hizo junto a la abuela de la niña para, después, matarse ambas, algo que sólo llegó a realizar esta última.

En este sentido, la acusación particular, en su informe añadido al de la acusación pública y leído al inicio del juicio, se ha apoyado en que, días anteriores, la acusada preparó veinte vídeos, en los que manifestaba encontrarse en plenas facultades, realizando un “relato subjetivo de su historia con el padre y referencias al sistema judicial”.

“Si estáis viendo este vídeo es que ya no estoy”, decía explicando que “no es un arrebato” y sin hacer “referencia a su madre ni ninguna intención de ésta”.

Además, cuando se le cuando informa de fallecimiento de la madre “manifiesta que, tras mucho tiempo pasándolo mal, llegó a la determinación de quitarse la vida y llevarse a su hija”, porque de dejarla con el padre “no tendría futuro”.

Se ha referido, además, a la muerte como violenta, recalcando que llevaba suministrando a la niña medicina para dormir cuatro meses. Para la acusación particular llevaba ese tiempo programando los hechos.

Ha añadido cómo el informe del alta de la Unidad de Psiquiatría del Hospital San Pedro indica que no presentaba patología y sí un rasgo de personalidad “obsesivo compulsivo y narcisista”.

La acusacion popular, por último, ha puesto el acento en que la acusada no salió del hotel hasta que la niña estuvo muerta y, al ser detenida, “refiere de forma espontánea que no le sorprende”, además de relatar la intención de suicidarse tanto de ella como de la abuela. En los vídeos, ha reiterado, se ve la “intención de no dejarla con vida” y “no se ha arrepentido en ningún momento de los hechos”.

Fiscal y acusaciones han puesto el acento en la grabación en la que se ve a la madre salir del hotel, durante una hora, cuando ya está muerta la niña.

El Ministerio Fiscal ha sustentado su acusación en que “es muy fácil pivotar la acusación sobre la abuela”, como ha hecho la defensa de la madre de Carolina, dado que “está muerta”. “Se puede matar haciendo lo que no tienes que hacer, evitarlo, pero en este caso ni eso, se pusieron de acuerdo”, ha dicho creyendo que se trata de la “crónica de una muerte anunciada” en las cartas que dejó la acusada.

Ha apuntado cómo las cámaras del hotel registraron que la madre de Carolina salió una hora del hotel y circuló con el vehículo cuando la niña ya estaba muerta. Para el fiscal, si todo hubiese sido obra de la abuela mientras la madre dormía se hubiese “sorprendido” al despertarse y hubiera pedido socorro.

La acusación particular, representada por Maria José Valgañón, ha puesto el acento en que su acusación “parte del dolor del padre, víctima sobreviviente a la tragedia”. “Si se puede sobrevivir a la muerte a manos de su madre de forma vil y alevosa sin poder defenderse”, ha añadido.

Fueron, cree, “actos planeados, organizados, disponiendo los medios, por la imposibilidad de aceptar que su hija era feliz con su padre”.

“Si realmente en un algún momento podríamos plantearnos el relato de los hechos”, realizado por la acusada “por qué no llama al 112, por qué está una hora perdida o destruyendo pruebas”.

El móvil, ha visto, es “el resentimiento, el odio”, la intención “de causar dolor” al padre y, por tanto, “violencia vicaria ejercida al revés”. La acusada, ha visto, “planificó su suicidio y matar a la niña porque la consideraba una propiedad de la que sólo ella podía disponer” y lo hizo “sin ningún tipo de piedad”.

La acusación popular ha añadido: “la mató porque no quería que tuviera una vida con su padre; la mató porque era suya”.

Su defensa, la abogada Mar Dominguez, por contra, ha insistido en que “no cometió delito” y “el relato está lleno de suposiciones”. “Fue la abuela la que atentó contra la vida de su hija y la dejó desangrándose”, ha aseverado.

Lo hizo tras ser engañada, por ser una madre abnegada, ha explicado, y entregar más de 85.000 euros pensando que era para la ONU. “No es solo que ha perdido el patrimonio familiar sino que la hija se endeuda, y eso le quiebra”, ha justificado.

Ha visto que “son suposiciones decir que quería vengarse del padre” y A.U “es una víctima más del estado de locura de su madre y no pudo prever lo que iba a pasar”.

El testimonio de la acusada

A.U, madre de la pequeña Carolina, ha aseverado hoy a preguntas del Ministerio Fiscal: “nunca atentaría contra mi vida ni contra la de mi hija”.

En la primera sesión del juicio contra A.U ésta ha negado que no dejara a su expareja ver a la niña ya que creía que “necesitaba tanto una figura como la otra”. No obstante, también ha dicho que “no atendía a la niña” y se la devolvió un día con un ojo morado y otro con un arañazo y un mordisco.

Ha negado que en ningún momento pensara en suicidarse o hacer daño a su hija, así como que su madre lo hubiera manifestado. En este sentido, ha explicado los vídeos que grabó en que tenía “miedo” de que la familia de su ex le hiciera algo y que quería dejarlo todo atado, dejando sus bienes a sus hermanos.

Ha relatado cómo el fin de semana en que sucedieron los hechos su madre la levantó el domingo a las siete menos cuarto y le dijo: “me tienes que llevar a un sitio” y se subió con la niña Carolina en el coche sin saber más que el hecho de que tenía que conducir a Logroño.

Una vez en la habitación del hotel, tras ver dibujos animados juntas, madre e hija se durmieron hasta que, en un momento indeterminado, siente cómo los párpados le pesan y se ve en una bañera con sangre y agua a la que ella no había ido.

“No sé ni cómo saco las fuerzas para abrir la mampara y salir a la habitación, veo que no está mi madre, voy a la cama, destapo a la niña y al verla así y con la debilidad de que me estoy cayendo es cuando abro la ventana e intento tirarme”, ha relatado.

La niña, ha dicho, estaba tapada y al destaparla la nota “gelatinosa” y con un color “raro”. Se ha negado declarar que ella se hizo los cortes: “sólo sé que caí dormida y sentí un zas”.

Ha negado que ella hubiera abierto a la policía en el hotel: “yo no podía abrir la puerta porque me estaba tirando por la ventana”, ha dicho.

En cuanto al hecho de que ella saliera del hotel, como se ve en las grabaciones, al día siguiente de morir la niña, lo ha negado rotundamente: “yo no salgo del hotel, estará grabado, lo he trabajado con la psiquiatra, pero yo no recuerdo haber salido del hotel”. También ha negado haber dado a la niña somníferos nunca.

En cuanto a su madre, ha dicho: “tenía mucho carácter y yo solo obedecía”. Sobre ella ha dicho no ser consciente de lo que hizo en la habitación, “porque era como un apartamento” y no se fijó ni si puso un cartel de no molestar.

“A mi me hacen unos cortes cuando estoy en la cama”, ha asegurado. Ha dicho no recordar que dejara una nota diciendo que sus pertenencias eran para su hermana (en ese momento la nota se le ha facilitado al jurado).

La acusación particular ha preguntado por qué había poca sangre en el baño, o restos de ropa lavada: “yo no he lavado ninguna ropa”, ha dicho. Ha explicado que le puso un jersey suyo a la niña porque vomitó.

La letrada Alicia Redondo, de la acusación popular, ha empezado mostrado una contradicción ya que la acusada dijo que no había tocado a la niña, y en el juicio ha manifestado que la destapó.

A la letrada le ha sorprendido que sacara a la niña de casa en pijama, según ha dicho la acusada, sin saber a dónde iban; o que tenga una nebulosa de qué ocurrió pero se acuerda de los números del juzgado; y que no le pidiera a su madre el móvil en ningún momento (los móviles se quedaron sobre un armario pero la acusada mantiene que su madre le dijo que los llevaba en el bolso).

También se ha preguntado la letrada cómo no tenía la ropa rajada, si tenía cortes, algo que no ha sabido explicar. Tras preguntarle si le pudo desnudar su madre ha dicho que “podría ser”.

El caso

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