Pilar Palomero: “No rodar en Madrid o Barcelona hace que se encarezca mucho un proyecto”

Pilar Palomero: “No rodar en Madrid o Barcelona hace que se encarezca mucho un proyecto"

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Fue en un cineclub de Zaragoza dónde se conocieron Pilar Palomero y Sergio Martínez, la pasión por el séptimo arte ha llevado a juntar sus mentes en Las Niñas, ella en la dirección y guión, él como coach para las intérpretes. El tándem funcionó, pues tras el estreno del largometraje, en 2020, se hicieron con cuatro Premios Goya -Mejor Película, Mejor Dirección Novel, Mejor Guión Original y Mejor Fotografía- y con la Biznaga de Oro en el Festival de Málaga en la categoría de Mejor Película, entre otros grandes reconocimientos.

Este viernes Palomero y Martínez regresaron a un cineclub, esta vez a El Arrebato de Logroño, con el que proyectaron en una sala de los Cines 7 infantes esta primera película juntos.

Hacer cine en provincias, fuera de grandes ciudades, supone reto y satisfacción a partes iguales. “No es tan fácil como me gustaría que fuera”, admite Palomero. “No rodar en Madrid o Barcelona hace que se encarezca mucho un proyecto, a nivel de alquiler de equipos etc y ojalá a la larga haya más apoyos por parte de los gobiernos autonómicos y provinciales para que se pueda rodar en nuestra tierra, porque sería algo muy bonito”. “Por otro lado, la parte buena es que la gente como no está acostumbrada a que haya un rodaje en una ciudad mediana como puede ser Zaragoza, o Logroño, cuando puede participar lo hace con mucha ilusión y con buena voluntad”, reflexiona el actor.

Así, ambos tienen muy claro su consejo hacia una persona que, desde una pequeña comunidad quiera dedicarse al cine: “que lo haga, el lugar dónde vives no determina si vas a hacer cine o no, la voluntad de hacerlo va más allá, creo que lo más importante es ir a eventos como este, en Zaragoza yo también iba a todos los cineclubs y proyecciones que podía, conoces a gente con los mismos intereses, con los que vas creciendo y creando redes, esa es la mejor manera de empezar, haciendo, haciendo y haciendo”, cuenta Palomero.

Y es que, como explica la directora, el escenario de Las Niñas tenía que tratarse de Zaragoza, la tierra de sus recuerdos de la preadolescencia. La idea germinó, además, a raíz de dar con un antiguo cuaderno de religión con un escrito sobre la sexualidad. Las Niñas cuenta la entrada a la adolescencia de un grupo de alumnas de un colegio religioso en la Zaragoza del 92, de los tabúes y las ganas de conocer, reflejando no sólo la educación de la época, sino al conjunto de la sociedad.

“Empezó porque tenía ganas de hablar sobre cómo fue mi educación”, relata su directora. “A raíz de encontrarme estos cuadernos y ver mi juventud y adolescencia con perspectiva sentía que realmente habíamos tenido una educación muy poco propia de los años 90, lo comenté con amigas y conocidos y llegué a la conclusión de que no era una cosa que me sucedía solo a mí, sino que teníamos muchos recuerdos compartidos, sobre todo de mensajes contradictorios que nos llegaban y de cómo nos habían educado a las mujeres para ser mujeres de casa, pero a la vez querían que estudiáramos. Veía que había un mensaje muy esquizofrénico y bipolar que nos estaba llegando y al compartirlo y ver que no era la única que no se sentía así comencé a tirar del hilo y cada vez salían más anécdotas relacionadas con esta idea”.

Para sumergir a las protagonistas en la sociedad de comienzos de los 90, realizaron varias sesiones bajo el título ‘cómo era 1992’, variando este aprendizaje según “dónde provenía cada una”. “Había chicas que venían de colegio concertado, religioso, en las que ya tenían elementos como el rezar que guardaban ciertas similitudes, luego había otras chicas que veían cosas que jamás las habían oído, fue curioso ver con ellas en qué habíamos cambiado y en qué no, sentían que era muy ortopédico la forma en la que nos relacionábamos hombres y mujeres por haber ido a colegios segregados”.

En cuanto a las reflexiones del público ante este reflejo social, se han encontrado gente “que se ha sentido muy identificada, con una educación muy similar y gente que todo lo contrario, que les ha parecido algo de otra época”, explica Palomero. “Pero lo que llama la atención es que algo despierta en la gente, ya sea como identificación o rechazo”.

Rubén Martínez ejerció como coach para las jóvenes actrices que interpretaban a estas niñas, siendo esta, en la mayoría de casos, la primera vez que se encontraban frente a una cámara. “Fue un proceso muy divertido, tengo la sensación de que no eran conscientes de que estaban haciendo una película, no lo vivieron con esa presión con la que se trabaja en los rodajes, lo vivieron más como un campamento de verano, dónde Pilar era una amiga más o la monitora enrollada y yo también era otro, disfrutamos mucho el proceso, fue muy bonito, fueron muy generosas y confiaron mucho en el trabajo y así están de maravillosas en la película”.

Además de Zaragoza, Sarajevo forma parte también como uno de los lugares especiales para la directora. Allí realizó un Master en Dirección de Cine en la Film Factory, con el cineasta húngaro Béla Tarr. “Fue allí dónde comencé a sentirme cineasta, me encantó la forma en la que nos enseñó a aproximarnos al cine, desde la humildad, de forma muy honesta, con historias muy mínimas, pero que puedan emocionar, siento que lo que aprendí allí está tanto en Las Niñas como La Maternal”.

CAMINO A SAN SEBASTIÁN

Dos años después del estreno de Las Niñas y con el gran reconocimiento cosechando Palomero admite que “cuando haces una película no te imaginas un recorrido semejante, no te atreves ni a soñarlo” .“La hemos hecho con mucho amor y mucha dedicación, todos estos logros los hemos celebrado como consecuencia del cariño que le hemos puesto, es una película muy pequeña, muy artesanal, que ha salido adelante con el esfuerzo de todo el equipo.”

Ya rodado entre Barcelona y Montenegro, ambos estrenarán un segundo largometraje, La Maternal, en el Festival de San Sebastián, cinta con la que competirán por la Concha de Oro.

El paso a la vida adulta de la mujer continúa siendo el hilo conductor de la película pero, esta vez, no nace de los propios recuerdos de Palomero, sino de los de otras mujeres, al tratar el tema de la maternidad en la adolescencia. Para ello, acudieron a un centro de madres adolescentes para conocer de primera mano sus experiencias, como explica la directora. “A medida que fui conociendo sus historias me sentí completamente impresionada, tenía ganas que después de Las Niñas, que era una película de mirarme mucho a mí, mirar más allá y encontrar esas historias que parecen increíbles, de mujeres fuertísimas y luchadoras, tenía ganas de que se contase, aportar mi granito de arena para darles voz, que estas historias se escuchen y se comprendan, que no se juzguen”.

“El grupo de mujeres ha sido también muy generoso en esta ocasión, tengo ilusión por ellas, por ver cómo viven el ir a un festival por primera vez, intento no pensar mucho, espero que guste la película, sobre todo que conecte con el público”, cuenta. Martínez, esta vez también delante de la pantalla continua guiando, como ya hizo en Las Niñas, a este nuevo elenco de adolescentes en su primera vez en pantalla.

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