Megan Fox: “Las chicas creen que soy una prostituta”

Europa Press

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En una amplia entrevista al periódico estadounidense 'NY Times', la actriz de moda, Megan Fox, desvela sin titubear los motivos y métodos con los que ha alcanzado la fama, así como la creación de Megan Fox como “producto”.

El periódico estadounidense comienza su reportaje comparando a la actriz con un zorro ('Fox' en inglés), animal con el que la actriz se identifica a la perfección. Lejos de esa imagen de niña mona y tonta que se empeña en proyectar, Megan Fox es una mujer “astuta” y “muy inteligente”, que ha sabido potenciar su físico para llegar a crear un auténtico “producto”.

“Si hubiera sido la típica estrellita que dice lo que todos quieren oír, probablemente no hubiera escalado a este nivel. Me siento para una entrevista y hablo como una persona normal y eso choca. Todas las mujeres en Hollywood son consideradas como 'sex symbols'. Estás vendida y todo está basado en el sexo. Está bien, siempre que sepas como usarlo”, explica.

Muy consciente de todo lo que rodea a su imagen de mujer hiper sexy e incluso algo fría y calculadora, la actriz no tiene ningún problema en confesar que ha creado “un personaje como ofrenda a un sacrificio” al que todas las 'celebrities' en Hollywood están expuestas.

“No estoy dispuesta a desvelar mi verdadero yo. Estoy escondida detrás de toda esta locura. Nadie puede encontrarme”, explica Fox.

Sin embargo, todo este juego también tiene su lado negativo. “Las chicas piensan que soy una prostituta”, declara Megan, pese a afirmar rotundamente que lleva en una relación desde hace cinco años siendo completamente fiel.

La joven está cansada de que las demás mujeres piensen que es “tonta”, una “prostituta” o una “prostituta tonta” por el simple hecho de ser una mujer atractiva.

Sea como fuere, Megan demuestra en esta reveladora entrevista que de tonta no tiene un pelo (diga lo que diga el equipo de 'Transformers'), y que ha sido capaz de crear un 'producto' que, pese a quien le pese, siempre está en el punto de mira. Al final, lo que importa es que hablen: para bien o para mal, pero que hablen.

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