Inseguridad en las escuelas afganas

Europa Press

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Los ataques contra las escuelas, los estudiantes y el personal educativo en Afganistán están creciendo en una tendencia alarmante, según denunció este lunes la organización CARE en un informe que señala que las escuelas femeninas son las que más sufren estos asaltos que privan de la educación a los menores puesto que sus padres recelan de enviar a sus hijos a la escuela.

Los datos, recogidos en ocho provincias del país, muestran que es importante situar este fenómeno en el contexto de la inseguridad general. Las causas de esta inseguridad varían en las diferentes provincias, pero puede atribuirse a la oposición armada y a la actividad criminal.

Sólo en el año 2008 se registraron 670 ataques contra el sistema educativo afgano, incluidos asesinatos de profesores y estudiantes. Entre enero de 2006 y diciembre de 2008, se han registrado 1.153 ataques de naturaleza diferente, desde el envío de cartas nocturnas o amenazas verbales contra los profesores hasta los asesinatos de estudiantes y personal educativo.

“El número de profesores y estudiantes asesinados en los primeros diez meses de 2008 es casi el doble de las muertes totales del año anterior”

, según el Ministerio de Educación. “Este año, 651 escuelas tuvieron que cerrar sus puertas en las provincias del sur, 141 estudiantes y profesores fueron asesinados y 173.000 estudiantes se vieron obligados a abandonar los centros educativos”, añadió.

De acuerdo con el Ministerio de Educación, 230 personas han muerto como resultado de estos ataques contra las escuelas entre 2006 y 2007. El tipo de ataque más frecuente, según los datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) son los ataques incendiarios. Las explosiones en edificios escolares o en sus alrededores (incluido el lanzamiento de granadas, minas y cohetes) y los ataques directos contra los estudiantes y el personal educativo son también muy comunes. El 20% del personal educativo entrevistado subraya que ha sido amenazado.

Los ataques contra las escuelas no se reducen a sólo una zona del país. Las provincias que han registrado mayor número de ataques han sido Kunar y Jost, y también depende de la provincia la naturaleza del ataque. En algunas, los ataques incendiarios son los más comunes, mientras que en otras los ataques consisten en lanzamientos de explosivos.

La educación de las niñas sufre claramente más ataques que la educación masculina,

según este informe, que indica que los principales autores de estos ataques que van contra la educación de las niñas son la insurgencia armada o los miembros de la propia comunidad. De todas las escuelas que han sufrido ataques, las femeninas ascienden al 40 %, las mixtas al 32 y las masculinas al 28 %.

Así, aunque sólo el 20% de los colegios sean para niñas, estos han sufrido el 40% de los ataques,

lo que indica claramente que detrás de los mismos subyace un motivo de género. Por otro lado, las escuelas apoyadas por las ONG sufren menos ataques que aquellas apoyadas por el gobierno. “Las razones pueden ser numerosas, pero podría ser por la falta de asociación gubernamental y la estructura física no tradicional [y menos visible] en la que las ONG se establecen”, indica CARE.

“La violencia relacionada con la educación tiene una tendencia alarmante en Afganistán, con las niñas en riesgo especial de sufrir ataques y otras tácticas de amenazas con el objetivo de mantener a los menores fuera de las escuelas. Este estudio sugiere que un acercamiento de apoyo hacia la educación a nivel local puede reducir el riesgo de estos ataques”, afirmó la presidenta de CARE, Helene Gayle.

El papel de la comunidad internacional

Las escuelas afganas analizadas a través del estudio de campo cuentan con mecanismos para la participación de la comunidad, ya sea a la hora de dirigir la escuela o con tareas específicas para dar seguridad. Así, la prevención y la protección son consideradas por los encuestados como una responsabilidad de la comunidad local.

Sólo un porcentaje relativamente menor indicó que la responsabilidad debe tenerla la policía y el gobierno y, de hecho, en algunos casos la presencia de la policía fue considerada como dañina al bienestar de la escuela.

A pesar de estos problemas, CARE elogia el progreso significativo que vive este sector en Afganistán, donde la matriculación ha crecido desde los 900.000 en el año 2001 hasta los 6,1 millones a finales de 2008.

“Hemos visto a las comunidades apoyar la educación [incluida la femenina] cuando se les da el liderazgo en las escuelas locales y la competencia para mejorar la seguridad”, indicó el director de CARE para Afganistán, Lex Kassenberg. “Y si queremos mejorar la grave situación de hoy en este país, debemos asegurar que toda la población recibe una educación, incluidas las niñas. Será entonces cuando podamos construir sociedades estables donde la pobreza y la violencia no tengan lugar”, añadió.

Entre las recomendaciones que da la organización, está reducir la violencia contra los estudiantes y educadores, aumentar la conciencia en la sociedad sobre el valor y la importancia de la educación a nivel comunitario y apoyar y entrenar a los líderes locales para que sepan estrategias de reducción de riesgos.

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