En tercer lugar, la Constitución española reconoce como derecho fundamental el de la propiedad privada. Por este motivo, a CPAR le parece inconcebible que UGT pida que se obligue a los promotores a que se incorporen a los planes de vivienda pública con plazos determinantes. El fin social de la propiedad lo cumplen las Administraciones pública obligando a los promotores a cederles gratuitamente el 10% del suelo de su propiedad privada y a vender como mínimo el 30% de las viviendas de sus suelos de propiedad privada a precios limitados (VPO). Los promotores, sin embargo, en muchos desarrollos de sus suelos privados han conveniado con las Administraciones públicas la construcción de hasta el 50% de VPO.
CPAR quiere poner de manifiesto, por último, que los promotores ya han ajustando los precios de la vivienda al precio real de construcción, e incluso en muchos casos por debajo de la hipoteca. Tal vez a lo que refiere Javier Granda es que los promotores deben rebajar los sueldos de sus empleados en correlación a la bajada del volumen de sus negocios.
El verdadero problema de la vivienda está en la falta de liquidez que sufren las familias y la única manera de atajarlo es que las entidades financieras hagan llegar las cantidades ingentes de dinero público que han recibido de las Administraciones públicas a los ciudadanos y a las empresas.
En todo caso, es muy triste que la única propuesta de UGT para afrontar la crisis sea que se le expropien los suelos a los promotores para que UGT constituya cooperativas para vender privadamente VPO a sus afiliados; perjudicando todavía más al resto de los ciudadanos que tendrán mayores dificultades aún para acceder a una vivienda.
"Si Javier Granda quiere hacer una verdadera política social desde el sindicato que dirige puede proponer que las subvenciones que recibe el aparato sindical se destinen a políticas sociales y, en última instancia, a la concesión de ayudas a parados de larga duración".