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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

La clave está en una proteína

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Lo que sí queda comprobado, tras los análisis realizados por la investigadora del CSIC, es que si la falta JNK1 se localiza específicamente en el cerebro se produce un bloqueo de ganancia de peso. “Estos resultados avalan la importancia de la proteína JKN1 en el sistema nervioso a la hora de regular el metabolismo del organismo.

Su carencia, si es sólo en el cerebro, hace que los ratones coman menos, sean más activos y, por tanto, tengan un mayor gasto energético, incluso en casos de dietas ricas en grasas“, apunta.

El hallazgo refuerza las líneas de investigación que apuntan que el cerebro juega un papel básico en la cantidad de comida que ingiere el ser humano. De hecho, una de las observaciones del trabajo concluye que, alimentados con un tipo de comida muy grasa, los ratones con JNK1 en el cerebro tienen una mayor cantidad de receptores de una hormona encargada de regular la sensación de saciedad, la leptina.

“Al haber más receptores, el efecto de la hormona es mayor y provoca que los ratones coman menos”, añade Sabio.

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