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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Veinte años de la liberación de Mandela

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La República de Sudáfrica ha celebrado el vigésimo aniversario de la excarcelación de Nelson Mandela, el primer presidente negro de un país que se había hecho tristemente célebre en el mundo por tener un regímen abiertamente racista. Transcurridas estas dos décadas, los sudafricanos han alcanzado niveles estimables de reconciliación interracial, pero siguen enfrentados a importantes problemas sociales y económicos, con un 25 por ciento de desempleo oficial, un 34 por ciento de pobres, una fuerte desigualdad con “tintes raciales”, altos niveles de criminalidad y una de las incidencias de VIH/sida más altas del mundo.

Miles de sudafricanos recorrieron este jueves las calles para conmemorar, al grito de “Viva, Nelson Mandela, Viva”, el vigésimo aniversario de la excarcelación del primer presidente negro de la historia del país, quien durante sus 27 años de cautiverio se había convertido en el icono mundial de la lucha contra el racismo.

Mandela, de 91 años, no asistió a las celebraciones, que tuvieron lugar en la Prisión de Drakenstein, cerca de Ciudad del Cabo. Los manifestantes trasladaron desde el penal una gran estatua de bronce del ex presidente con el puño en alto. Entre los asistentes, la gran mayoría de ellos de raza negra, se encontraban antiguos compañeros de lucha de Mandela que enarbolaban las banderas negras, verdes y doradas del Congreso Nacional Africano (ANC).

Veintisiete años de encarcelamiento

El 11 de febrero de 1990, el presidente Frederik Willem de Klerk, el hombre que dio la puntilla al régimen del 'apartheid' con la derogación de las leyes segregacionistas, la legalización del Congreso Nacional Africano (ANC), la promulgación de una nueva Constitución y la excarcelación de los presos políticos negros, concedió la libertad a Nelson Mandela, quien durante sus 27 años de cautiverio se había convertido en el icono mundial de la lucha contra el racismo.

El proceso histórico alcanzó su culminación en las elecciones de 1994, que otorgaron al veterano líder del brazo armado del ANC la Presidencia del país. Mandela, que en 1993 había compartido con De Klerk el Premio Nobel de la Paz, gobernó en Sudáfrica entre mayo de ese año y junio de 1999. Actualmente, el histórico dirigente sudafricano goza de buena salud a sus 91 años y vive apartado del mundo en un suburbio de Johannesburgo, donde lee cuatro periódicos al día y sigue la actualidad a través de los telediarios, como recordó a Reuters su fiel amigo y abogado desde 1963, George Bizos.

El pasado 3 de febrero, Mandela celebró al aniversario de su liberación con una cena en su domicilio a la que asistieron su antigua esposa, Winnie Madikizela-Mandela, su hija Zindzi Mandela y viejos militantes de la lucha contra el 'apartheid', según informó la agencia de noticias sudafricana SAPA. Entre los invitados destacó uno de sus carceleros, Christo Brand, con quien el histórico dirigente negro había entablado una muy estrecha amistad en el penal de Robben Island.

En tierra de blancos

Nelson Rolihlahla Mandela nació el 18 de julio de 1918 cerca de Qunu, en la entonces Transkei (actual Cabo Este). Era el menor de los hijos del consejero del jefe del clan Thembu. Entre sus paisanos, Mandela ha sido conocido desde siempre por el nombre de 'Madiba', un título honorífico otorgado a los ancianos de los Thembu.

Desde su juventud, Mandela dedicó su vida a la lucha contra el racismo. En 1944, tras licenciarse en la universidad, fundó la Liga Juvenil del ANC, junto a otros históricos dirigentes, como Oliver Tambo y Walter Sisulu. Mandela fue uno de los primeros activistas negros que defendieron la resistencia armada contra el 'apartheid', lo cual derivó en 1961 en la creación del brazo armado del ANC, Umkhonto we Sizwe (La Lanza de la Nación). No obstante, 'Madiba' no dejó de recordar en todo momento que la lucha armada debía ser siempre “la última alternativa”.

Al año siguiente, abandonó el país en secreto y recibió entrenamiento militar en Argelia. Posteriormente regresó a Sudáfrica, donde fue detenido y condenado a cinco años de cárcel por incitación a la violencia y por abandonar ilegalmente el país. Una vez en la cárcel, Mandela fue acusado en 1963 de los cargos de sabotaje y conspiración. En junio de 1964 fue condenado a cadena perpetua, que empezó a cumplir en la cárcel de Robben Island, en Ciudad del Cabo, donde permaneció sus primeros 18 años de cautiverio.

“He defendido el ideal de una sociedad democrática y libre en la que todas las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades”, declaró ante el tribunal de Rivonia, en el que fue condenado. “Éste es mi ideal y deseo vivir para alcanzarlo, pero, si es necesario, estoy dispuesto a morir por este ideal”, añadió.

Durante sus 27 años de presidio -que incluyeron, en 1969, un desconocido intento de fuga organizado por el servicio secreto sudafricano que pretendía aprovechar su evasión para asesinarlo-, Mandela sufrió unas durísimas condiciones carcelarias a causa de su condición de preso político y de un sistema penitenciario que mantenía la segregación racial también en las celdas. Pero en todo ese tiempo, Mandela se convirtió desde su prisión en el símbolo internacional de la lucha contra el 'apartheid'.

Luz al final del túnel

En 1989, De Klerk sucedió en la Presidencia al racista confeso Pieter Willem Botha. Con el nuevo presidente -que pertenecía al mismo partido que su predecesor-, comenzó un proceso democratizador cuyos momentos más simbólicos fueron la liberación de Mandela y su nombramiento como primer presidente negro de Sudáfrica, en mayo de 1994. Una de sus primeras medidas fue la formación de la Comisión para la Verdad y la Reconciliación, con la misión de investigar los crímenes cometidos por todas las partes enfrentadas durante el régimen del 'apartheid'.

En 1997, Mandela cedió el liderazgo del ANC a Thabo Mbeki, como primer paso para la transferencia del poder a una nueva generación de políticos supuestamente más preparada para afrontar los retos económicos del país. En junio de 1999, Mbeki se convirtió en presidente de Sudáfrica.

Desde entonces, Nelson Mandela ha dedicado su vida a luchar contra el sida -en 2005 perdió a su único hijo varón a causa de esta enfermedad-, a impulsar un grupo internacional de observadores formado por veteranas y prestigiosas figuras mundiales, incluidos varios premios Nobel de la Paz, como el ex presidente norteamericano Jimmy Carter o el obispo sudafricano Desmond Tutu, y a mostrar su apoyo expreso al líder del ANC y actual presidente del país, Jacob Zuma.

Sudáfrica, hoy

La Sudáfrica que celebra los veinte años de la liberación de Mandela ha superado buena parte de sus diferencias raciales. La política de reconciliación del ex presidente ha servido para ganar a los conservadores blancos a la causa del antirracismo y ha conseguido que blancos y negros convivan y se respeten mutuamente. Pero el país se enfrenta a importantes problemas sociales, agravados por la recesión económica que ha afectado al mundo, y de forma muy particular al país, y de la que Sudáfrica ha empezado a remontar desde mediados de 2009.

Pese a las mejoras en la convivencia, la brecha racial ha aumentado desde 1995 en el terreno social y económico. Según el Banco Mundial, Sudáfrica adolece de “diferencias extremas en cuanto a ingresos y salud” y al menos el 34 por ciento de su población -de unos 50 millones de habitantes- sobrevive con menos de dos dólares al día. “Los cambios entre 1990 y 2010 no han sido profundos”, declaró a Reuters un analista político independiente, Nic Borain. El país sufre, precisó, tres problemas principales: “desempleo, desigualdad con tintes raciales y pobreza”.

Las cifras oficiales hablan de un 25 por ciento de desempleo, pero los analistas estiman que el porcentaje real es mucho mayor. Aparte, el país sufre una de las incidencias más altas del mundo de VIH/sida y padece unos niveles de violencia criminal que también están entre los más importantes del mundo, un dato que ha salido especialmente a la luz ante la próxima celebración, el próximo verano, del Campeonato Mundial de Fútbol, el primero que se jugará en el continente africano en toda la historia de la competición.

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