El asesino de las dos policías cometió cinco violaciones durante sus permisos

Agencias

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El instructor del caso contra Pedro Jiménez explicó este viernes, en el juicio por violación y asesinato de las dos policías en prácticas en Bellvitge, que se celebra en la Audiencia de Barcelona, que el acusado ha pasado los últimos 25 años viviendo en la cárcel, que sólo ha tenido 40 días de libertad por permisos penitenciarios y que en ellos ha cometido cinco violaciones.

Además, el instructor expuso que ha cometido otros cuatro delitos de robo con intimidación. “Nosotros entendemos que no se trataba simplemente de robos, sino que eran intentos de violación que no le salieron bien”, concluyó el subinspector encargado del caso.

El instructor aclaró que Jiménez ingresó en un centro de menores por la violación de otra menor en 1986. “Desde entonces vive en la cárcel”, aclaró. Tanto en esta violación como en otra de 1992, en otro permiso, el acusado obligó a las víctimas a subir a sus propias casas, donde se encontraban familiares durmiendo que no se dieron cuenta de lo que pasaba. “Las amordazaba. Cosa que demuestra que era muy sigiloso”, matizó.

En otra violación, también en el 92, obligó a la víctima a bañarse tras agredirla sexualmente. Este dato coincide con el crimen de Bellvitge donde se encontró una bañera llena de agua.

Los hechos que ahora se juzgan ocurrieron la madrugada del 5 de octubre, mientras el procesado --que violó, mató a cuchillazos y robó a las dos policías y después intentó quemar el apartamento que ambas compartían-- cumplía 30 años de condena en Can Brians por un robo con violencia e intimidación y disfrutaba de otro permiso penitenciario dada su condición de recluso de segundo grado.

En la sesión de este viernes, el instructor afirmó que la localización de Jiménez fue “toda una aventura”. La primera pista la aportó Marcos J., que había sido compañero de prisión del procesado y con el que compartía apellidos y, por ende, la “broma de que eran hermanos”. Marcos J. se encontraba en Toledo cuando recibió la llamada del presunto asesino pidiéndole cobijo. Éste le derivó a un amigo llamado Mustafá K.

Cuando Marcos J. vio lo que había sucedido, alertó a Mustafá K., que lo había alojado en una casa de Girona. Este no había visto las noticias porque, supuestamente, Jiménez no lo había permitido. Mustafá, confidente de la Guardia Civil, alertó a este cuerpo de la localización del reo.

Los Mossos d'Esquadra, que ya habían sido alertados por Marcos J. de su situación, habían desplegado un operativo entorno a la casa. “De repente, aparecieron cinco coches de la Guardia Civil, cosa que nos sorprendió a todos”, explicó el subinspector.

A pesar que de pidieron que se alejaran para no hacer huir al perseguido, los agentes de la Guardia Civil hicieron caso omiso del aviso y procedieron a detener en lo que el instructor del caso entiende que fue “una acción improcedente”, ya que el acusado intentó escaparse por detrás.

LLAMADAS TELEFÓNICAS

El instructor explicó que la noche antes de los hechos el presunto asesino no durmió debido a que estuvo llamando a diversos números de teléfono. Desde las doce de la noche hasta las siete de la mañana el móvil registra 20 llamadas. Once son recibidas. Además, envía once mensajes.

De entre las llamadas que investigó el cuerpo de los mossos destaca la que tuvo lugar dos horas antes de los hechos. Pedro Jiménez intentó sin éxito --ya que el número había cambiado de titular-- llamar al cura de la cárcel de La Modelo.

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