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Gran Hermano 'el reencuentro': Ana Toro no puede más con Nico, Ainhoa se siente rodeada de enemigos y Jordi González tortura a sus colaboradores con descargas eléctricas

Rioja2

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Un domingo más, el Debate de Gran Hermano 'el reencuentro' nos dejó con muy buen sabor de boca. Jordi González, cansado de las salidas de tono de sus invitados y colaboradores decidió coger la sartén por el mango y dar su merecido a aquel que osase desobedecerle. Armado con un mando a distancia, puso orden entre los presentes. A base de descargas eléctricas, consiguió domar a la manada presente en el plató.

Los invitados de la noche no me gustaron un pelo. Marusky y Dani 'el sucio' acudieron a Telecinco para opinar sobre su estancia en la casa y la convivencia con los que todavía siguen dentro. Coincido con Iván Madrazo, no puedo soportar a Dani. Me parece un prepotente, que mira por encima del hombro a todo aquel que se ose enfrentarse con él. Mucha palabrería para decir muy poco. Demasiada perorata para un amago de periodista que se quedó en eso, en amago. Frente a él, una Marusky que intentaba por todos los medios defender a su compañero...

Y dentro de la casa, ¿qué tenemos? He de decir que este es el Gran Hermano con el que más me he aburrido, quizás es porque no me gusta ninguno de los concursantes que quedan dentro de la casa de Guadalix. Creo que lo he dicho en varias ocasiones, para mí esta secuela terminó cuando la dirección decidió expulsar a Arturo.

Ana Toro y Nico continúan con esa extraña relación que no se creen ni ellos. La Toro ha pasado de adorar a su “Colón” a no querer ni verlo, hasta el punto de desear que fuese él el expulsado el pasado martes. Montada en una bicicleta comentaba con su compañera Raquel Lo, “te lo regalo enterito”, algo que encendió los apasionados ojos de la compañera de Pepe, que ve en Nico a su hombre ideal. Pero los celos pronto regresaron a la más excéntrica de las concursantes, y Ana se subía por las paredes al ver a su antiguo amor en manos de Raquel. “Es mi amiga, no debería hacer eso”, comentaba con Chiqui.

¿Qué tiene ese italiano que las vuelve locas a todas? A mí no me gusta ni un pelo, pero algo tiene que tener para sacar de su escondite a la desaparecida Raquel Lo, que cada día luce más y más guapa. De no ser por esto, no sabríamos que está en la casa, pues sus apariciones son nulas.

Ainhoa y Pepe continúan también con su relación amor-odio. Como seguidora de Gran Hermano, creo que Pepe está disfrutando con el papel de su vida. Sabe jugar muy bien sus cartas, creo que sería un experto jugador de rol. Trata a todos los concursantes como fichas de ajedrez y de momento continúan jugando muy bien su partida. “Nos hemos permitido un lujo contigo”, le comentó a Jorge cuando éste volvió de la sala de expulsiones. “Sé agradecer los favores”, contestaba el compañero de la nueva en la casa, Silvia.

Por su parte Ainhoa no lo puede ni ver. “No sé qué hago hablando contigo de esto si eres mi peor enemigo”, decía la falsa pija cuando Pepe acudió a ella al verla sola y desamparada en el jardín de la casa. El único reproche que tengo hacia Pepe es que cuando habla en clave no me entero de nada de lo que dice, habrá que seguir el juego.

Del resto de concursantes no tengo mucho que decir. Todos han ido a por el premio, pero bien parece que se hayan tomado unas vacaciones pagadas. Poco protagonismo, demasiada tranquilidad y buen rollo. Sinceramente, esto no es un Gran Hermano y de nuevo pido una solución: ¡o entra Mercedes Milá para animar el cotarro o se termina ya esta secuela absurda!

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