Logroñeses insignes

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RAFAEL OJEDA: “A mí una vez me dieron un tocho de oro de un cuarto de kilo y me indignó. Les puse a parir”

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ació en Logroño el 24 de octubre de 1935 y ha sido párroco durante 50 años del barrio logroñés de Yagüe, donde fue un referente para los primeros movimientos sindicales y políticos frente a la Dictadura de Franco. Además también ha trabajado con presos y los ha acogido en su propia casa. Dice que no puede comunicarse con máquinas, aunque accede a que le hagamos unas preguntas por teléfono.

¿Qué le parece este reconocimiento?

A mí una vez me dieron un tocho de oro de un cuarto de kilo y me indignó. Les puse a parir. Me han hecho caso y ahora no te dan ni una medalla, es simplemente una insignia y que tiene todo el significado de ser insigne. Lo que yo hago o he estado haciendo tiene una dimensión religiosa, de ser cura durante 50 años y además obrero, que en aquella época significaba cura detenido y con una petición de privación de libertad de 3 años. Echo la vista atrás y me pienso que gracias a Dios murió el canalla y que ahora es más fácil.

En estos momentos quizás se está librando otra batalla, la económica, y muchas familias se ven en la calle.

En la parroquia tenemos un cauce de ayuda alimentaria y quién iba a pensar que iba a ocurrir. Son momentos malos y tristes sobre todo. Nosotros tenemos gente fija para esto pero no damos dinero. Yo a nivel personal nunca he dado dinero. Siempre he preferido sentarme a la mesa y como siempre he tenido la casa abierta, pues invitarles a comer. Y la gente no pedía nada de dinero porque pronto descubría que hay cosas más importantes que el dinero que podemos compartir.

También ha ayudado al colectivo de presos. ¿En qué ha consistido esa labor exactamente?

En 50 años he estado yendo un día a la semana a la cárcel y con la singularidad de que no dejaba los presos allí, los que podía me los llevaba a casa. Nuestro sistema de reinserción es conductista, como en el circo, que se premia al que pierde el veneno y te lame la mano. Yo lo único que he hecho es acompañar, abrir el corazón y el oído. Que sean personas. Hace mucho que descubrí que cada uno tiene que ser él mismo y ya está. Los problemas de sufrimiento siempre tienen una raíz de necedad, ignorancia, de no reflexionar, de no saber...

JOSÉ IGNACIO MACUA: “Los mayores conjugamos las astillas de la edad con el espíritu, que se va rejuveneciendo”

Es más conocido como el padre Macua, cumple dentro de un mes los 80 años y dice no tener ningún tipo de problema en decir su edad. Ha dedicado casi toda su vida a la enseñanza y a la promoción de la cultura. Desde 1993 dirige las Aulas de la Tercera Edad de Logroño, una entidad que apuesta por promover la educación, la cultura y la convivencia entre las personas mayores.

¿Qué le parece este reconocimiento?

Lo primero es de noble ser agradecido. Estoy muy contento. No me lo esperaba porque yo en la vida como sistema me gusta ser sencillo. No buscarse, porque el que se busca tiene después tropiezos y sufre más. En cambio el que intenta pasar la vida haciendo el bien y disfrutando de la vida, la coronas. Hay otras muchas personas que lo merecen igual o mucho más que yo.

Ha dedicado casi toda su vida a la promoción de la cultura. ¿Qué es lo que podría destacar por la satisfacción que le ha reportado?

Hay muchas definiciones de cultura. Yo en una ocasión escuché a una persona muy inteligente que decía que cultura era todo aquello relacionado con el hombre. Y eso es precisamente lo que me llena. Yo soy un enamorado de la persona humana. El saber vivir y disfrutar de la vida y de lo que a uno le rodea es un don. Intentar transmitir, yo intento hacerlo. Lo que buscan las Aulas de la Tercera Edad y yo también es el disfrute íntegro de la persona. Como dijo Schopenhauer: “El goce mayor de este mundo te lo dan las cualidades superiores del ser humano, como es la mente, el corazón y la voluntad”. Nuestra asociación es la única en La Rioja de promoción de la cultura de los mayores y para que estemos a la última.

¿Podría explicar qué papel tienen las personas mayores en la sociedad y en la familia? Qué tienen que aportar? ¿Por qué es importante estar con ellos y escucharles?

Eso depende, más que de la sociedad, de cada familia. La sociedad es un conjunto de familias. Por lo que veo a los mayores se nos va arrinconando. Yo antes tenía muchas más llamadas, más invitaciones, ibas a más sitios y te apetecía. Ahora me llaman menos pero disfruto de lo que antes no disfrutaba: estando conmigo mismo con un libro, con una música, con una planta, con un paseo, con otro amigo... Los mayores conjugamos las astillas que tenemos con la edad, físicamente, con el espíritu, que se va rejuveneciendo. Los mayores viven mucho mejor que antaño y tenemos mejores atenciones públicas. Familiares, no lo sé porque antes ya sabes que se moría en casa. Hoy muchas veces se muere en hospitales y residencias de mayores. Eso ha cambiado pero en general las personas mayores hemos ganado mucho en los tiempos actuales.

FEDERICO SOLDEVILLA: “Lo que más sorprende a la gente es que Logroño era una ciudad amurallada, porque ya no queda nada”

Nació en Logroño el 28 de mayo de 1958. En los últimos años ha llevado a cabo una amplia actividad investigadora sobre la historia contemporánea de su cuidad y ha participado en numerosas actividades culturales y humanísticas dedicadas a dar a conocer el valor y el patrimonio de La Rioja. Desde 2004 es presidente de Amigos de La Rioja y conoce como nadie los rincones del Casco Antiguo.

¿Qué le parece este reconocimiento?

La verdad es que me hace mucha ilusión. Veo que es un reconocimiento muy logroñés aunque no tiene mucha antigüedad. En todas las personas a las que le han dado la insignia veo que se les reconoce una implicación o que han hecho algo por la ciudad. Hace mucha ilusión pensar que lo que estás haciendo ayuda a la ciudad en algún sentido, darla a conocer en mi caso. Es un premio cercano.

¿Qué la ha llevado a interesarse por la Historia de Logroño e intentar divulgarla? Su actividad laboral va en otro sentido.

Es algo que tienes ahí hasta que se manifiesta. Es lo que ocurre malamente con las enfermedades. Siempre me ha gustado saber dónde estoy y en los últimos años, animado sobre todo por mi mujer, no he dejado de investigar. Muchas veces no descubrimos nada nuevo porque los libros ahí están, pero es la forma de comunicárselo a la persona. Cuando se dan clases magistrales nos quedamos con la boca abierta pero no todos llegamos. Mi padre se dedicaba a la construcción y eso nos permitió entrar en muchos edificios de Logroño y no te das cuenta de que todo eso se te va quedando en la cabeza. Vas teniendo muchos datos y conocimientos y después intentas ponerlos en orden y expresarlos. Mi mayor satisfacción es poder hablar de ésto con datos o con alguna historia que quede claro que la cuentas como leyenda y transmitirlo a los demás.

¿Qué anécdota, leyenda o parte de la historia es la que cree usted que más desconocen los logroñeses de su propia historia?

Yo creo que es muy interesante cuando le cuentas a la gente: “Estamos en Logroño, ciudad amurallada”. Y me preguntan: ¿Dónde? No nos queda más que el vestigio de El Revellín pero eso mismo daba la vuelta al Logroño histórico. Les digo que se tienen que dar cuenta de que es ciudad amurallada hasta pasado el S. XIX. Eso les sorprende porque ya no queda nada. Y hablamos de 200 años, no es irse muy atrás.

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