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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

El movimiento Ashtiani

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Cuando el joven Sajad Ashtiani comenzaba a pedir ayuda para conseguir la liberación de su madre, nada hacía presagiar que su llamamiento recibiría tal respuesta internacional. El movimiento global que se ha generado para impedir la lapidación de Sakineh Ashtiani ha conseguido que el régimen iraní de Mahmud Ahmadineyad suspenda la sentencia de muerte y revise el caso por el que fue condenada.

Sin embargo, esta lucha por los derechos humanos no termina aquí la suspensión de la sentencia no significa la liberación de Ashtiani y quien sabe si pasado un período de tiempo, cuando la presión internacional desaparezca, la mujer no vuelve a ser condenada a muerte.

¿Qué ha motivado el cambio de postura en las autoridades iraníes? ¿Es el caso de Ashtiani el único del país persa?

El pecado de Ashtiani

Sakineh Mohammadi Ashtiani es una mujer iraní, madre de dos hijos, quien en el año 2005 fue encarcelada por las autoridades de Irán acusada de adulterio. En mayo de 2006, se conocía su condena: recibir 99 latigazos por mantener una “relación ilícita” con dos hombres, a pesar de ser viuda en el momento en que mantuvo las supuestas relaciones.

Por si esto fuera poco, posteriormente, fue declarada culpable de tener una “relación extramatrimonial” y condenada a morir por lapidación.

En el juicio, dos de los cinco jueces del tribunal la declararon inocente, señalando que ya había sufrido una condena de flagelación y que no había pruebas suficientes de adulterio contra ella. Sin embargo, los otros tres, incluido el presidente del tribunal, la declararon culpable basándose en el “conocimiento del juez”, un principio de la legislación iraní que permite a los jueces adoptar una decisión en relación con la culpabilidad del acusado, aun en ausencia de pruebas claras o concluyentes.

El 27 de mayo de 2007, el Tribunal Supremo de Irán confirmó la condena a muerte por lapidación. Desde ese momento hasta la actualidad la lucha por salvar la vida de Sakineh ha sido constante contando con el apoyo de varias organizaciones defensores de los derechos humanos como Amnistía Internacional o Human Rights Watch .

E incluso se ha creado una página Web , con versiones en inglés, francés, árabe, portugués, turco y español, para que cualquier ciudadano de cualquier rincón del mundo pueda sumarse a la lucha por la liberación de Sakineh.

Respuesta de Irán

Ante tal movimiento global, el régimen de Mahmud Ahmadineyad reaccionó justificando su sentencia con una confesión más que cuestionable de la propia Sakineh.

El pasado 11 de agosto, la televisión pública de Irán emitía la confesión de Sakineh, en la que parecía implicarse en el asesinato de su marido, un cargo nuevo que se sumaba contra ella. Las autoridades iraníes han utilizado reiteradamente confesiones televisadas como ésta para inculpar a personas ya detenidas. Todo parece indicar que el régimen iraní ha manipulado a su presa para que dijera lo que a las autoridades del país les convenía.

Esta confesión que no convenció a nadie, motivó que posteriormente, a principios de septiembre, el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Manuchehr Mottaki, acusará a los países occidentales de “explotar” interesadamente el caso Sakineh Ashtiani, con la intención de convertirlo en una “farsa política”.

Para Mottaki, Occidente utilizaba “un doble rasero” al defender a Ashtiani. El jefe de la diplomacia iraní aseguró que los gobiernos que mantienen abiertas prisiones como Guantánamo o Abu Ghraib no pueden erigirse en abogados de los derechos humanos.

Asimismo, Mottaki subrayó que ningún país debería premiar o dar refugio a criminales, en alusión a Ashtiani.

Respuesta internacional

Desde que se conociera a nivel internacional el caso de Ashtiani han sido muchos los gobiernos que se han implicado directamente en el caso. El más destacado es el ejemplo de Brasil. El gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, dada su cordial relación con Irán, realizó una petición formal a Irán para acoger a Sakineh.

Sin embargo, ésta fue rechazada de inmediato por Irán, alegando que el presidente brasileño probablemente no hubiera “recibido la suficiente información” sobre Sakineh Ashtiani.

Posteriormente, las peticiones de intervención llegaban al gobierno de Venezuela, conscientes de la cordialidad que existe entre el mandatario venezolano, Hugo Chávez, y el presidente iraní.

Un grupo de mujeres del partido Primero Justicia, perteneciente a la oposición venezolana, pidió a Chávez que instará a Ahmadineyad a levantar la condena de muerte a Ashtiani. Sin embargo, la mediación no se produjo.

Más tarde llegó la condena desde Italia, donde las fuerzas políticas del país, incluido el gobierno, se unieron para pedir su liberación. La movilización llegó a tal punto que en Roma un retrato gigante de Sakineh se colgó de la fachada del Ayuntamiento y otro en el Ministerio de Igualdad de Oportunidades con el lema “Por la vida de Sakineh”.

Desde Francia, la primera dama, Carla Bruni, también hizo un llamamiento público por la liberación de Sakineh, hecho que provocó que le llovieran innumerables críticas de parte de la prensa iraní, la cual la tacha de prostituta.

España también se sumó al movimiento por Ashtiani, y a principios de septiembre el Consejo de Ministros aprobó una declaración institucional del gobierno de España por la que muestra su apoyo Ashtiani, en la que se expresa la decisión de “seguir impulsando la acción internacional que se desarrolla ante las autoridades de Teherán”, para evitar la lapidación.

El futuro de Irán

Con esta continua presión internacional tras sus espaldas el gobierno iraní no tuvo más remedio que ceder y declarar suspendida la condena a muerte contra Sakineh Ashtiani. Sin embargo, esta suspensión no significa la liberación de la mujer.

Es más que probable que la investigación se vuelva a abrir cuando el movimiento internacional se encuentre más calmado y las voces críticas tengan otros asuntos entre manos. Por lo que la posibilidad de una nueva condena a muerte contra Ashtiani aún sigue existiendo.

Este escepticismo está también presente en el abogado y un hijo de Sakineh. En una entrevista telefónica concedida a la revista francesa Las reglas del juego, Javid Houtan Kian, responsable de la defensa legal de Ashtiani, afirmó que no ha recibido “ningún documento oficial escrito que indique la suspensión de la pena”. “No he sido informado de nada”, aseguró.

Houtan Kian recordó que el gobierno iraní “no tiene la capacidad de suspender esta pena, que concierne al poder judicial”. Y si fuese cierto, él, como abogado, “debería haber sido la primera persona en ser informada de la decisión, y no ha sido el caso”, indicó Kian, que señaló que ha solicitado en diez ocasiones la suspensión de la condena “sin obtener nunca una respuesta”.

Por todo esto, el abogado concluye que la declaración de las autoridades iraníes “no son más que palabras bonitas, por la presión internacional”, y que “su único objetivo es calmar a Occidente, detener las manifestaciones de apoyo” a Ashtiani.

Por su parte, Sajjad Ghaderzadeh, hijo de Ashtiani, ha lanzado un comunicado en el que pide pruebas de que la sentencia ha sido suspendida. “Hasta ahora no hemos recibido ningún documento oficial y legal que detenga la sentencia de lapidación y la ejecución, así que no aceptamos esta afirmación” del Ministerio de Exteriores, dice.

“Nosotros, los hijos de Sakineh Mohamadi Ashtiani, declaramos que nuestra madre es inocente y que debería ser liberada inmediatamente por la República Islámica y sin condiciones”, subraya el comunicado.

Ante estas declaraciones, la incertidumbre sobre el destino que espera a Ashtiani crece por momentos.

Otros casos

Pero la condena a muerte de Ashtini no ha sido la única que ha dictado la Justicia iraní. Según recoge Amnistía Internacional en su informe de 2010, Irán sigue teniendo uno de los índices de ejecuciones más altos del mundo. Durante 2009, “se ejecutó al menos a 388 personas, entre ellas un hombre que murió lapidado y como mínino cinco personas condenadas por delitos cometidos cuando tenían menos de 18 años. Al menos 14 ejecuciones se llevaron a cabo en público. Se creía que la cifra real era aún más alta”.

Además, durante los últimos meses otro movimiento solidario, similar al vivido con Ashtiani, se ha levantado en todo el mundo. Se trata de salvar al joven iraní Ebrahim Hamidi, quien fue condenado a muerte en la horca por ser supuestamente homosexual, tras un juicio sin garantías en el que no había tenido representación legal.

Otro movimiento se está gestando por una nueva violación de los derechos humanos en Irán, la presión de la sociedad internacional se está erigiendo como arma. Sin embargo, el paso del tiempo y el olvido pueden fallar a estos movimientos, cuyo objetivo fundamental es salvar vidas.

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