El camino de los somalíes

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Somalia es conocido por la opinión pública internacional como el Estado fallido, aquel país del Cuerno de África de donde salen los piratas en busca de barcos occidentales. Sin embargo, son pocas las personas que se están percatando de la realidad que vive la población de dicho país.

Los somalíes se ven sometidos día a día a la violencia de los grupos armados que actúan en el país como son Al-Shabaab y Ahlu Sunna Wal Jamaa, una milicia cercana al gobierno de transición. Estos enfrentamientos constantes han provocado que miles de personas decidan abandonar sus hogares, en busca de un lugar más estable donde sobrevivir.

Así, según los datos publicados por la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR) a finales de 2009, 678.300 somalíes tenían el status de refugiados (un aumento de 117.000 con respecto a 2008); el tercer grupo más grande del mundo sólo por detrás de Afganistán e Irak.

Esta tendencia parece estar lejos de desaparecer pues las condiciones humanitarias y de seguridad junto a las condiciones extremas de sequía, la pobreza, la inseguridad alimentaria y las graves inundaciones periódicas en la región provocarán nuevos movimientos de población en el futuro.

Últimos desplazamientos

El número de somalíes que se desplaza en cada movimiento suele ser muy numeroso. Reflejo de esta afirmación es el último desplazamiento de cerca de 60.000 personas que ha tenido lugar en la ciudad somalí de Beled Hawo, debido a los enfrentamientos entre Al-Shabaab y Ahlu Sunna Wal Jamaa.

Según ACNUR, la mayoría de los desplazados ha huido a pueblos cercanos y algunos han cruzado la frontera con Kenia. “Se estima que los desplazados que se han quedado en Somalia sean unas 40.000 personas que actualmente viven a la intemperie, sin abrigo, agua, comida o instalaciones sanitarias. Para empeorar las cosas, ha estado lloviendo por días, aumentando el riesgo de un brote de enfermedades”.

“Los que han cruzado la frontera con Kenia permanecen al norte de la ciudad de Mandera, donde muchos han alquilado casas o han sido acogidos por la comunidad local. Ahora esperan que cesen los enfrentamientos antes de tomar una decisión sobre si volver a sus hogares o no” afirma la agencia de Naciones Unidas, preocupada por la seguridad de estas personas.

Países de acogida

Normalmente los refugiados de todo el mundo huyen a países que poseen unas economías fuerte, con posibilidades de absorber la llegada y prestarles apoyo. Sin embargo, Somalia tiene una especial disposición geográfica que dificulta la acogida de los refugiados.

El país se encuentra el la región denominada como Cuerno de África, haciendo frontera terrestre con Etiopía, Kenia y Djibouti, cuyos índices de pobreza humana, según el Informe de Desarrollo Humano 2009, es de 50,9%, 29,5% y 25,6% respectivamente.

Ante esta realidad de los países de acogida no parece descabellado pensar que la situación que van a vivir los refugiados tras desplazarse va a continuar siendo muy difícil. En este contexto se producen casos como el denunciado por la organización Human Rights Watch (HRW) en el informe“‘Welcome to Kenya': Police Abuse of Somali Refugees” (“‘Bienvenidos a Kenia': Abuso policial contra refugiados somalíes”) , donde la policía keniata en la frontera con Somalia y en los campamentos de refugiados cercanos está abusando de los solicitantes de asilo y los refugiados somalíes.

Según este documento, en el paso fronterizo son abundantes los casos de extorsión policial de los solicitantes de asilo que intentan llegar a tres campamentos cercanos a la ciudad keniata de Dadaab, el asentamiento de refugiados más grande del mundo. “La policía emplea la violencia, los arrestos arbitrarios y las detenciones ilegales en condiciones inhumanas y degradantes, las amenazas de deportación y las acusaciones injustificadas de presencia ilegal para extorsionar a los recién llegados con el fin de sacarles el dinero, ya sean hombres, mujeres o niños” afirma HRW.

“Las personas que huyen del caos en Somalia, la gran mayoría de las cuales son mujeres y niños, son recibidos en Kenia con violaciones, latigazos, palizas, detenciones, extorsiones y deportaciones sumarias”

, señaló Gerry Simpson, investigador sobre refugiados para Human Rights Watch y autor principal del informe. “Una vez que llegan a los campamentos, algunos refugiados se enfrentan a más violencia policial y a la pasividad de la policía ante la violencia sexual cometida por otros refugiados y keniatas locales”, agregó.

¿Qué hacer?

A la luz de estas informaciones, Somalia queda representado como un escenario aterrador, donde la violencia está haciendo que incluso las ONG y organismos que operan en la zona se replanteen su papel. Son muchas las que han decidido abandonar el terreno por su propia seguridad, entonces ¿cuál es la solución?

En otros escenarios donde existen conflictos y se producen desplazamientos la intervención internacional resulta fundamental para las ONG y organismos encargados de atender a la población refugiada o desplazada. Sin embargo, en Somalia tan sólo cuenta con el enviado especial de Naciones Unidas para Somalia, Augustine Mahiga, quien ha insistido en pedir a la comunidad internacional una mayor ayuda al país africano, en la línea de la que se está manteniendo en países con conflictos de dimensiones similares como son Afganistán e Iraq.

“Todos hemos visto cómo la comunidad internacional se ha manifestado detrás de los gobiernos en Iraq y Afganistán. Somalia no es una excepción, necesita intervenciones masivas similares”

, aseguró Mahiga el pasado mes de septiembre.

De momento habrá que esperar para ver si la comunidad internacional decide actuar y poner fin a la situación que viven los más de medio millón de refugiados somalíes.

Imágenes cedidas por ACNUR

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