ETA ha asesinado a cuarenta empresarios españoles y ha secuestrado a casi cincuenta

Agencias

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El colectivo empresarial ha sido el principal blanco de la extorsión de ETA y como consecuencia de ello cuarenta empresarios han sido asesinados y casi cincuenta secuestrados desde que ETA inició su actividad terrorista.

La extorsión, inicialmente reducida a los grandes empresarios y banqueros, se extendió con los años a profesionales liberales y deportistas o cocineros de élite, pero siempre tuvo en el colectivo empresarial, incluidos propietarios de pequeños negocios, su principal objetivo.

El primer empresario asesinado por ETA fue el director gerente de “Sigma”, Angel Berazadi, que había sido secuestrado el 18 de marzo de 1976 y fue encontrado muerto en la carretera de Elgoibar a Azkoitia (Guipúzcoa) el 7 de abril de 1976.

El último fue Ignacio Uría, consejero de la empresa Altuna y Uría, una de las constructoras de la “Y” ferroviaria vasca (tren de alta velocidad), que fue asesinado el 3 de diciembre de 2008 en Azpeitia (Guipúzcoa).

En la larga lista de empresarios víctimas de ETA entre estas dos fechas figuran, entre otros, Javier Ibarra y Bergé, consejero del Banco de Vizcaya, asesinado tras su secuestro (1977); José Luis Legasa, quien se negó a pagar el impuesto revolucionario (1978), o José Edmundo Casan Pérez-Serrano, subdelegado de Ferrovial en Valencia (1991).

También José Antonio Santamaría (1993), copropietario de una discoteca donostiarra y exjugador de la Real Sociedad, o José Manuel Olarte (1994).

En 1996 el empresario de la construcción Isidro Usabiaga recibió cinco tiros cuando volvía a su casa en Ordizia (Guipúzcoa). Usabiaga ya había sido chantajeado con el “impuesto revolucionario” y había pagado 10 millones, que la Ertzaintza recuperó.

En 1997 fue asesinado en Tolosa de un tiro en la cabeza Francisco Arratibel, al que los terroristas acusaban de quedarse con 60 millones del rescate pagado por la liberación del industrial Emiliano Revilla.

El 8 de agosto de 2000 un coche bomba acabó con la vida de José María Korta, presidente de la patronal guipuzcoana Adegi, en el polígono Gorostiaga de Zumaia (Guipúzcoa).

El secuestro de empresarios ha sido otro de los medios de financiación de ETA a lo largo de su historia.

Los primeros secuestros pretendían el robo de sucursales bancarias o advertir de las consecuencias si no se pagaba el impuesto revolucionario, pero pronto se convirtieron en medio para obtener sumas millonarias pagadas como rescate.

Dos de los cuarenta y nueve secuestros de empresarios perpetrados por ETA acabaron en asesinato, los de Angel Berazadi en 1976 y Javier Ybarra en 1977.

El último empresario secuestrado fue Cosme Delclaux, hijo del presidente de Vidrieras de Alava, que permaneció en poder de sus captores desde el 11 noviembre de 1996 hasta el 1 de julio de 1997.

José María Aldaya, propietario de dos empresas de transporte, vivió el secuestro más largo de los sufridos por empresarios, puesto que fue rehén de ETA durante casi un año, desde el 8 de mayo de 1995 al 14 de abril de 1996.

En la extensa lista de secuestrados por ETA están el propietario de Avidesa, Luis Suñer (1981) o los industriales vascos José Lipperhide y Saturnino Orbegozo, ambos en 1982.

También, Diego Prado y Colón de Carvajal (1983), Juan Pedro Guzmán Uribe(1985), Lucio Aguinagalde (1986) y Emiliano Revilla (1989), quien permaneció 249 días en poder de ETA y fue liberado tras el supuesto pago de 1.500 millones de pesetas (9 millones de euros).

En noviembre de 1989 fue secuestrado Adolfo Villoslada, liberado en febrero de 1990, y en 1993, Julio Iglesias Zamora, que permaneció en poder de ETA desde julio a octubre de ese año.

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