Alergia al polen

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Ya estamos en primavera, y con ella entra en escena un problema cada vez más frecuente entre la población, la alergia primaveral. Se presenta, sobre todo, por la floración de las gramíneas y el polen que suelta producen una respuesta del sistema inmunológico muy molesta entre las personas alérgicas a este alérgeno.

Todos los años por estas fechas, los afectados intentan informarse de los niveles de polen previstos, según estudios el único factor precedible valorable es el régimen de lluvias en otoños e inviernos, si son lluviosos provocarán una floración más intensa y, por tanto, niveles de polen más altos, pero estos índices varían según comunidades, según el médico especializado en alergología, Teófilo Lobera, no ha llovido mucho y lo previsible era que iba a haber una floración baja, pero en lo que llevamos de primavera la floración de árboles en marzo y abril ha sido fuerte y ahora llegamos justo a la floración de las gramíneas que es lo característico en esta comunidad y la eclosión será la semana que viene, los próximos días serán claves“, augura el doctor Lobera.

Habitualmente durante esta época aumenta la frecuencia de sus pacientes habituales en su consulta (Gran Vía, 50, Logroño) y “también llegan nuevos casos mayoritariamente en primavera, aquí en La Rioja los problemas de alergia respiratoria más frecuente es precisamente hacia los pólenes”.

La verdad es que estos días costaba andar por las calles de Logroño, invadido por una abundante pelusa blanquecina procedente del fruto del chopo que vuela empujada por el viento para acabar depositándose en el suelo. Si bien esta pelusa puede resultar molesta a muchos urbanitas, no es causa de alergias, pues no se trata de polen, sino de un eficaz sistema

de dispersión de las semillas por el aire “la mayoría asociamos los síntomas alérgicos a esas pelusillas que se ven, ”pero no son las causantes sino el polen de las gramíneas que no se aprecia y cuyas partículas están en el aire, aparte de esas molestas pelusas“, aclara Lobera.

Sí que hay otros factores ambientales que agudizan las alergias como la contaminación presente en las ciudades, produciéndose más casos entre los habitantes de éstas, “la contaminación agudiza estas patologías en entornos urbanos, es más frecuente el diagnóstico en la población de ciudades que en zonas rurales, parece que influye mucho en ello, sobretodo en dos factores, por una parte las partículas ‘diesel’ altera la alergenicidad del polen haciéndolo más agresivo, y por otra altera la respuesta del sistema inmunológico con una propensión mayor a desarrollar alergias o agudizar las diagnosticadas”.

Estudios epidemiológicos estiman que una cuarta parte de la población pueden padecer problemas de alergia aunque la intensidad y la duración de los síntomas, si son prolongados y repetitivos, “es el punto de inflexión para acudir al médico de cabecera y de ahí al especialista que lo va a confirmar y prescribir los tratamientos adecuados si se requiere”, explica el alergólogo.

Los primeros síntomas se manifiestan en edades jóvenes, en la infancia o adolescencia “hasta la segunda o tercera década de la vida, luego es menor la probabilidad que aparezca una alergia por primera vez, otra cosa es que uno arrastre alergias desde hace años y se detecten en edad avanzada”, a este respecto Lobera reconoce que últimamente detecta cada vez más “personas de estas edades, a partir de 50 años, que nunca habían tenido problemas y que llevan algunos años con síntomas fuertes a comienzo de la primavera y resultan ser problemas de alergias al polen de platanero o ciprés, dándose cuadros que empiezan tardíos que en principio no están descritos como tales”.

Como la alergia llega de repente y sin avisar, es necesario reconocer sus síntomas para evitar confundirlos con otras enfermedades. A diferencia de un simple resfriado que se caracteriza por estornudos acompañados de mucha mucosidad, en la alergia aparecen varios problemas respiratorios. Uno de los más habituales es la “rinitis alérgica que consiste en estornudar frecuentemente, mucho picor en la nariz y un moqueo líquido, también los ojos sufren fotofobia, enrojecimiento, picores y lagrimeo debido a la conjuntivitis”, pero el problema se agrava cuando aparece una afectación bronquial, ahogos, insuficiencia respiratoria...“ aunque dentro de este abanico ”si se agudizan los síntomas cualquiera de ellos, pues hay que acudir al médico“, aconseja el doctor Lobera.

Lo que sí está claro es que causan “molestias” que incapacitan el llevar una vida normal para quienes los padecen, pero que con un tratamiento adecuado puede normalizarse, pero antes es importante su detección que habitualmente se lleva a cabo mediante pruebas cutáneas, “superficiales, no agresivas y rápidamente se determina si se es alérgico o alérgica a los alérgenos más habituales entre ellos el polen, pero también a los ácaros los alimentos..”, explica.

A estas pruebas se suman en ocasiones los análisis de sangre “para ver la presencia de la sustancia llamada ‘IgE’, la inmonuglobina E”- un tipo de anticuerpo presente únicamente en mamíferos e implicada en la alergia- y que se suele practicar “cuando los pacientes son alérgicos a varios alérgenos o sustancias y, en el caso de que haya que poner una vacuna hay que seleccionar antes cuál es el alérgeno fundamental, entonces estos análisis permiten discriminar para encontrar el sensibilizante más importante”

Una vez localizado el alérgeno causante como el polen, se pueden seguir varios tratamientos,

“una posibilidad son los medicamentos, nebulizadores para la nariz, antiestamínicos, colirios para los ojos, inhaladores”, todos ellos, comenta el doctor, “de bajo riego de efectos secundarios, no causan daños en el organismo y se pueden utilizar el tiempo que prescriba el médico”. Si ese tratamiento no es suficiente, hay que plantear las vacunas, que es un tratamiento clásico en las alergias y que van a la causa directamente, impidiendo que vaya a más el proceso sintomatológico y sea más tolerable, “aunque no son 100% curativas, los síntomas se reducen, según los estudios más serios, en un 70-90%, aunque suele ser un tratamiento a largo plazo”, explica “ al principio un pinchazo todas las semanas durante dos o tres meses para que el organismo se acostumbre a esa sustancia y luego un pinchazo al mes de tres a cinco años...así que hay que valorar según el problema y su intensidad que se tenga si es conveniente empezar a vacunarse”.

Controlado el problema “siempre bajo tratamiento médico”, siempre podemos tener en cuenta también otros consejos aunque sea difícil evitar la exposición al polen, según el doctor se trata generalmente de “dormir con las ventanas cerradas porque la floración de las plantas suelen ser más intensa de madrugada, en los días de lluvia los alérgicos están mejor porque se limpia la atmósfera y no hay tantas partículas, pero si esta lluvia va acompañada de tormenta, esa electricidad puede hacer que las partículas se fragmenten y aumente el nivel de polen y por consiguiente peor para el alérgico, también evitar hacer deporte a primera hora o final de día o bajar las ventanillas en el coche, pero a pesar de todo ello...es difícil escapar al influjo del polen.”

A veces no sólo se queda en un alérgeno, en este caso el polen, el problema sino se puede padecer alergias a otros “los pacientes alérgicos al polen, es un grupo de población que suele desarrollar o son más propensos a tener aparte alergia a los alimentos, hasta un 30% puede tener problemas con los alimentos de origen vegetal, verduras u hortalizas, y tener síntomas orales

de picor de la mucosa de la boca, labios o garganta, sobretodo en frutas, dándose cuadros de alergias orales, que aunque no suelen ser graves, a veces pueden evolucionar a que de una reacción generalizada de urticaria, abones, de afectación digestiva y en esos casos se aconseja que evite la ingesta de esos grupos de alimentos“.

Pero no hay que alarmarse, el doctor Lobera insiste en que “no hay que angustiarse con las noticias de los niveles de polen, las personas diagnosticadas ya saben como mantener el control con el tratamiento adecuado, bien sea medicamentos o vacunas”, y si nuestra primavera viniera con una alergia inesperada y afecta al estado corporal o el ánimo “ir al médico y tratar de normalizar el problema, controlarlo, porque normalmente, salvo casos extremos, se puede llevar una vida prácticamente normal”.

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