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Hay que aprender a descansar para prevenir la depresión y el estrés

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La necesidad de aprender a descansar física y psicológicamente para prevenir la aparición de la depresión, del estrés y de la ansiedad, entre otras patologías, es un aspecto que ha destacado hoy a EFE en Logroño el psiquiatra de la Clínica Universitaria de Navarra Fernando Sarrais.

Sarrais presenta en el Foro Fundación Caja Rioja-Santos Ochoa de Logroño su libro “Aprendiendo a vivir: el descanso”, en el que defiende que, en muchas ocasiones y con el paso de los años, “después de la tensión, viene la depresión”, por lo que “el descanso es un deber”.

Ha resaltado la importancia que tienen el descanso físico y psíquico, que están muy unidos, para evitar que, con el paso del tiempo y la menor resistencia que una persona tiene con los años, sobre todo a partir de los cuarenta, acabe “rompiéndose” psicológicamente, lo que se manifiesta, por ejemplo, en forma de depresiones, ansiedad, fobias y varias enfermedades psicosomáticas.

Sus datos indican que un 20% de la población tiene el riesgo de padecer, a lo largo de su vida, patologías vinculadas a la depresión y la ansiedad y, de ellas, un 80% se relaciona con el cansancio psíquico crónico, que “tiene mucho que ver con la forma de vivir” y que produce emociones negativas, como temor, tristeza y ansiedad.

“Lo importante es que todos los días haya un equilibrio entre lo negativo y lo positivo, entre el cansancio y el descanso, entre la tensión que produce el cansancio y el relax, entre el sufrimiento que acompaña al cansancio intenso y el disfrute”, ha subrayado.

Para él, lo que realmente más hace descansar psicológicamente a una persona y contribuye a prevenir el estrés o el cansancio psíquico crónico es el disfrute, “hacer actividades en el que uno se lo pase bien”.

La falta de equilibrio entre cansancio y descanso puede desembocar en la astenia crónica, en el “bourn-out” (“estar quemado”), en la fibromialgia y en otras enfermedades psicosomáticas, que tienen como base común la tensión psíquica y que se hace crónica por falta de descanso.

Ello se suele producir más en personas perfeccionistas, con una marcada propensión al activismo y a las obsesiones, autoexigentes, hiperresponsables, dependientes del éxito, controladoras, competitivas y voluntariosas.

“Están siempre en tensión por la necesidad patológica de cumplir sus obligaciones con el mundo exterior y abandonan los deberes hacia sí mismas: el descanso, el disfrute y la relajación”, ha subrayado.

La falta de ese equilibrio produce sentimientos y emociones negativos, como la irritabilidad, la insatisfacción, la frustración, la pérdida del humor y la hipersensibilidad emocional, pero, en general, las personas no lo asimilan a su estado psíquico de cansancio, sino que culpabilizan a factores externos, como el ambiente, la actividad excesiva, la familia y la economía.

El también profesor de Psicopatología de la Educación en la Universidad de Navarra ha añadido que “todo en la vida se puede aprender practicándolo”, por lo que hay que “detectar esa situación de estrés crónico para poner el remedio, que se basa en hacer cosas que a uno le hacen disfrutar, que le hacen feliz”, lo que previene la depresión y la ansiedad.

Las consecuencias del cansancio crónico y de “la tensión que produce una borrachera de activismo” no aparecen a corto plazo y sus primeros síntomas suelen ser físicos, como insomnio, cefaleas, hipertensión arterial, dolores de espalda y problemas digestivos, que, con el paso del tiempo, se complican con alteraciones psicológicas, sobre todo con la depresión.

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