La política y la cultura resaltan la figura de Semprún

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Será enterrado en Francia, en Garentreville, cerca de París. No en vano, como ha reconocido el presidente Sarkozy, Jorge Semprún, avatares de la vida y política española, terminó siendo un francés de adopción. Y será por ello que finalmente sus restos reposarán allí. Desde que se ha dado a conocer su muerte, España y Francia han reconocido la talla de Semprún como político y escritor. En definitiva, como un intelectual.

Semprún es uno de los personajes del SXX que aúnaba en una sola figura la política y la cultura. No en vano, la guerra civil le obligó a refugiarse en Francia, adonde llegó en el año 1939. Allí terminó de sellar su compromiso claro y firme de por vida con el Comunismo, que finalmente derivó en posturas no tan viradas a la izquierda. Semprún marchó de España tras los duros años de la guerra civil y huyendo de la represión franquista terminó cayendo víctima de la ocupación alemana. Detenido en 1943, fue deportado a un campo de concentración alemán, donde permaneció duran quince meses: Buchenwald le marcaría para siempre en su lucha ideológica hasta tal punto que finalizada la contienda y con medio continente europeo arrasada por las bombas, se convirtió en un abanderado del Partido Comunista Español (PCE) y colaboró activamente desde Francia con la clandestinidad española bajo el sobrenombre de Federico Sánchez.

En época de libertad, Semprún fue nombrado ministro de Cultura con Felipe González, 1988-1991. Y hoy mismo, el ex presidente ha tenido unas palabras de afecto para uno los símbolos de la izquierda española del SXX. De él ha destacado que fue un “fantástico” ministro de Cultura recordando que lo llamó para formar parte de su Gobierno por varias razones, pero sobre todo por su valía y por lo que representaba para España y para Europa, después de pasar por los campos de concentración nazi.

Más cercano en el tiempo, el segundo presidente socialista de la democracia, José Luis Rodríguez Zapatero lo ha calificado como “militante de las libertades, de la cultura y del pensamiento”. Quien ostenta ahora su cartera de Cultura, Ángeles Sinde, ha declarado que fue uno de quienes más prestigio le dio al Ministerio y que “mejor entendió cuál es esa función que el Estado debe cumplir en la gestión de la cultura”. En una línea similar a la del presidente del Gobierno, se ha expresado Mariano Rajoy, presidente del PP, que ha subrayado su compromiso “de primera mano con la dignidad humana, la libertad y la democracia”. En un telegrama, Rajoy ha trasladado en su nombre y el de su partido el pésame por el fallecimiento del escritor, un “intelectual español y europeo”, mientras que Gaspar Llamazares, portavoz de IU lo ha calificado como “de lo mejor de la historia luchadora antifranquista, de la historia democrática y de la izquierda”.

En Francia, reconocido por sus ciudadanos, los políticos se han sumado al duelo por la muerte de este intelectual de 87 años, desde Nicolás Sarkozy que lo ha encumbrado como una “figura tutelar entre los escritores comprometidos del siglo XX, que contribuyó de forma decisiva, a través de su talento multiforme de novelista, de memorialista, de poeta y también de guionista y dialoguista de películas, a la comprensión de los resortes de los totalitarismos” hasta el primer ministro François Fillon, que ha resaltado el período convulso que le tocó vivir convirtiéndolo en una “figura emblemática de un período enfrentado a la violencia de la Historia, a la mentira ideológica y la necesidad inextinguible de una generación de recuperar los senderos de la dignidad y la democracia”. Por su parte, Frédéric Mitterand, ministro de Cultura lo ha calificado de “pensador comprometido al servicio del ideal europeo”.

Ahora bien, sin duda uno de los homenajes más sentidos, por lo que compartieron en la resistencia y ocupación nazi ha venido de la Federación de Comunidades Judías de España que ha destacado que “consiguió sobrevivir” en el campo de exterminio de Buchemwald (Alemania), “pero de allí se llevó dos recuerdos imborrables: el olor a carne quemada y el número 44.904 tatuado en su piel”.

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