Mujeres brasileñas, construyendo su nueva vida

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En Brasil, las mujeres ascienden un eslabón en la cadena laboral y se suman a los hombres en el sector de la construcción. Son muchas las que trabajando en la fabrica de ladrillos con tecnología y sistemas poco avanzados en la industria constructiva, se adaptan como uno más a las funciones que tiene que desempeñar en esta ocupación pensada para hombres.

Este paso adelante para las mujeres brasileñas , se ve reforzado por organizaciones como Lou Nova (Luna Nueva), que sin ánimo de lucro, ayuda a mujeres embarazadas en situación de riesgo, sin hogar, víctimas de la violencia doméstica y de las drogas.

Esta organización ha ofrecido ayuda a unas 60 mujeres dándoles, mientras están encinta, refugio en el campo y el cubrimiento de las primeras necesidades que puedan tener ellas y sus hijos, en caso de que tengan.

El hogar se les ofrece cerca de Sorocaba, una ciudad que esta a 94 kilómetros de Sao Paulo. En la actulidad son 26 mujeres las que están recibiendo la hospitalidad y refugio de la organización. Otras 34 están ya fuera del complejo trabajando en proyectos para la generación de ingresos que impulsa Lou Nova. Esto también forma parte del programa que mantiene la organización, que trata de formar a las mujeres para conseguir ser autónomas laboralmente y generar ingresos, como por ejemplo, cursos construcción, gracias a lo cual algunas de ellas se han podido construir su propio hogar en el que viven con su familia.

Por otro lado, la integración de las mujeres en el sector de la construcción no ha sido tarea fácil en un país de fuerte influencia católica y tratándose de un oficio predominantemente masculino, a lo que se le suma el estigma social de ser madres solteras.

Al principio, los profesores, todos hombres, se negaron a impartir el curso argumentando de que la construcción no era un trabajo adecuado para las mujeres. Tras ser convencidos, durante las semanas iniciales se dedicaron a tomarse el curso como una burla bromeando y flirteando con las mujeres.

A pesar de las trabas impuestas, en dos años, las 27 mujeres inscritas en el curso, aprendieron las diferentes técnicas de la construcción, plomería, pintura, instalación eléctricas y alicatados, entre otras variantes. Mientras mujeres estudiaban, al ver la gran adaptación del colectivo al sector, Raquel Barros, la psicóloga que fundó Lua Nova, creó la fábrica de ladrillos, donde trabajan ahora la mayoría de las mujeres acogidas por la organización.

En la fábrica, las mujeres comenzaron a producir ladrillos que iban destinados a sus futuros hogares. el excedente lo vendían y así podían comprar otros materiales. De esta manera, entre 16 mujeres construyeron 20 casas. Ahora la fábrica cuenta con nueva maquinaria que les permite acelerar la producción y poder vender el producto para ganar un porcentaje de la venta. Cuatro mujeres se dedican a tiempo completo a la albañilería. Y lo hacen unas veces trabajando por cuenta de otros, y otras por cuenta propia.

De esta manera y con ayuda de la organización, todas esas mujeres que en un pasado fueron víctimas de múltiples abusos y de la miseria, se han construido su propio futuro, su nueva vida y, a pesar de las dificultades, han conseguido ser totalmente autónomas en el terreno laboral factor al que se le incluye también la superación social de incluir a la mujer en un oficio afianzado para el hombre.

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