Milicias talibanes ahorcan a un niño para vengarse de su padre

Afganistán condena la muerte de un menor a manos de sus secuestradores talibanes en el distrito de Gereshk, en la provincia de Helmand. El pequeño, de ocho años, fue tomado como rehén por las milicias después de que su padre no quisiera unirse a ellos. Los talibanes lo amenazaron para que condujera un camión y luchara contra las tropas internacionales, que prestan servicio de apoyo logístico a las afganas.

El niño fue secuestrado hace cuatro días en un mercado, según las informaciones del Ministerio del Interior del país asiático. Desde entonces no se sabía nada de él hasta que el viernes fue hallado ahorcado, un crimen reivindicado por los talibanes en una provincia que rezuma violencia. Helmand es uno de los territorios más hostiles a la presencia de tropas internacionales. Es considerado un lugar difícil, por las tropas de la ONU tanto para ellas como para los ciudadanos afganos de a pie.

La noticia del asesinato ha llegado hasta el palacio presidencial, desde el que Hamid Karzai ha condenado este “crimen brutal y cobarde, que no es aceptable por ningna religión y cultura”. Este tipo de delito no es un hecho aislado, sino que se cometen con cierta frecuencia. Los talibanes suelen usar a los menores como moneda de cambio para amedrentar en las provincias donde son especialmente activos en sus actividades terroristas, como es el caso de Helmand.