“La paz del cementerio me enamoró”

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'Los frailes que viven entre muertos' conocidos popularmente, o los Hermanos Fossores, de manera más oficial, llevan 45 años haciéndose cargo del cementerio de la capital riojana. En la actualidad solo quedan cuatro, que se reparten las tareas con técnicos municipales.

Su día comienza a las 6,30 horas. Media hora después, tiempo de rezo, y tras el desayuno, se ponen manos a la obra. Apertura del cementerio, limpieza de tumbas, vaciado de papeleras, asistencia a entierros y ayuda en las cremaciones son las tareas que desempeñan hasta aproximadamente las 12 de la mañana.

Otros se dedican a la administración del cementerio o a la cocina, pero todos trabajan y ponen de su parte para que en el cementerio de la capital riojana todo esté en orden. Rioja2.com entrevista al Hermano Alberto, el vicario general del Instituto de Vida Consagrada de los Fossores el día de los difuntos, aunque asegura que lo del cargo “es lo de menos”.

El suyo es un trabajo vocacional, y del que cuesta sacar su lado más bonito para la mayoría de los mortales, pero el hermano Alberto lo tiene claro, “la vocación de Dios es la que nos ha capacitado para hacer este servicio”.

Servicio que para él tiene algo que cualquier oficio del mundo no tiene: la paz. Y es que asegura que “la paz del cementerio me cautivó, me enamoró y aquí soy feliz”. Bromea diciendo “no es lo mismo que la calle Laurel, que no quiere decir que no vayamos alguna vez. Aquí reina el silencio y hay tiempo para meditar”.

Asegura que “tenemos tiempo para todo, trabajo, rezo y por supuesto ocio”, y aunque, es complicado pensar en qué puede entretenerse alguien que vive en un cementerio, el hermano Alberto dice que “el ordenador, y la lectura son algunas de nuestras aficiones”.

Pero no son las únicas, y es que “me encanta pasear por el cementerio de noche, me relaja, hay tanta paz y tanta tranquilidad...”. Para trabajar entre tumbas, “hay que ser feliz, una persona amargada no vale”, y además, dice tener la convicción de que “la Resurrección es el lugar donde comienza la continuidad de la vida, la vida eterna”.

Lo que a mucho puede

parecernos una paradoja, a este hermano del Instituto de Vida Consagrada de los Fossores es una realidad que comprende.“Para Dios no existe la muerte, y nosotros dedicamos nuestra vida a intentar ser testigos de la Resurrección”, apunta el hermano Alberto.

En cuanto a la continuidad de su congregación -de los 7 cementerios custodiados por su congregación, solo quedan el de Guadix y Logroño- el hermano Alberto es optimista, “siempre lo he sido, y actualmente la gente se preocupa más de la paz espiritual y esto es una oportunidad, aunque está claro que estamos en manos de Dios”.

Este martes, día de los difuntos, los hermanos trabajarán para que todo esté mejor que ningún día del año y de vacaciones, dice el hermano Alberto, “ni hablamos. Trabajamos 365 días al año, porque la llamada de Dios no entiende de jornadas festivas”.

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