Populares y socialistas se culpan del fracaso de la Gran Vía

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Entre todos la mataron y ella solita se murió.

Puede ser el final de la historia de la Gran Vía, o el principio. No se sabe, tampoco como quedará después de las obras que el Ayuntamiento de Logroño piensa acometer en los meses veraniegos de este año para poner solución de una vez por todas a los problemas que ocasionan cada poco tiempo el deterioro del pavimento de la Gran Vía.

En la próxima Junta de Gobierno Local, el consistorio decidirá cómo quedará la Gran Vía a partir de septiembre. Opta por levantar el pavimento y deshacerse del actual adoquinado que no ha soportado el intenso tráfico de la vía y que, cada dos por tres, se suelta provocando problemas en la circulación de vehículos. El Ayuntamiento podría sustituir el actual pavimento por hormigón y cemento, una solución menos vistosa que la actual pero más útil. La factura final ronda la friolera de los 420.501 euros: 400.000 es la inversión de la remodelación y 20.501 euros, la minuta del informe sobre las posibles soluciones.

Corría el año 2007 cuando el anterior gobierno del Partido Popular capitaneado por Julio Revuelta inauguraba la nueva cara de la Gran Vía. La calle más importante de la capital de La Rioja había cambiado y ese cambio había costado 7,5 millones de euros. Era año electoral y entonces, los partidos de la oposición que luego terminaron gobernando, reprochaban las prisas con las que se había terminado las obras para que coincidieran con la cita en las urnas.

Cinco años después, las obras volverán a la Gran vía. Y los partidos políticos han aprovechado para lanzarse acusaciones y reproches. El Partido Popular acusa al PSOE de premeditar un plan para el deterioro de la Gran Vía y abandonar el mantenimiento de la misma por “venganza política”. Es lo que ha dicho el concejal Javier Merino que ha insistido que la ausencia de las labores de mantenimiento y cuidado han provocado que las lluvias afecten al mortero que sujeta los adoquines y las losas y, como consecuencia, se han roto las rejillas de desagüe de la pluviales y se han obstruido las conducciones.

Ante tamaño desastre, el concejal socialista Vicente Urquía ha contestado: el proyecto ya venia defectuoso de fábrica porque no preveía el tráfico sin restricciones y la ejecución de la obra se hizo a toda priesa porque se echaban encima las elecciones. Además, Urquía ha sacado la calculadora y la factura total del 'desastre' de la Gran Vía se eleva a casi ocho millones de euros a los que hay que añadir los 250.000 euros anuales que cuesta su mantenimiento.

El próximo lunes sabremos qué futuro le espera a la Gran Vía Juan Carlos I de Logroño.

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