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Tres etarras son condenados a ocho años por colocar un coche-bomba en Logroño

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Así lo ha acordado la sección tercera de la sala de lo penal de este tribunal en una sentencia en la que considera “suficientemente demostrada la ejecución” de esta acción por parte de Daniel Pastor, “Txirula”, Íñigo Zapirain, “Aritza”, y Beatriz Etxebarria, “Kot”.

Los magistrados consideran probado que los tres condenados decidieron perpetrar este atentado una vez recibieron informaciones al respecto de la responsable de la disuelta ETA en Francia Saioa Sánchez Iturregui, datos que después verificaron visitando la ubicación del edificio en la Plaza Ángel Bayo.

Para ejecutar la acción, les fue facilitado desde el país galo un vehículo que fue robado el 3 de septiembre de ese año en Oradour-Sur-Vayres y lo prepararon para ser utilizado como un coche-bomba cargándolo con un explosivo y cambiando sus placas por otras que habían sido sustraídas en 2002 en Usurbil (Guipúzcoa).

Cinco días después, según la sentencia, Pastor recogió el vehículo en un polígono industrial en las cercanías de Vitoria y lo trasladó a Arrigorriaga, desde donde, en la mañana del día 9, lo llevó a la primera plaza del aparcamiento de la delegación. En todos estos desplazamientosl, sus compañeros ejercieron de “lanzadera” en otro coche, tal y como precisa el tribunal.

Tras colocar el vehículo cargado de explosivos en el sitio planeado, Pastor se dirigió en una bicicleta que había transportado en dicho coche hasta la localidad de Oyón, donde Zapirain y Etxebarria le esperaban y con los que volvió a Bilbao. Esa noche, a las 22:57 horas, Pastor llamó al diario “Gara” alertando de que la bomba estallaría a las 23:36 horas.

A las 23:25, y tras ponerse en marcha el correspondiente operativo de seguridad por agentes de policía, se produjo una pequeña explosión sorda a consecuencia de un fallo en la transmisión de la detonación a la altura del asiento del copiloto, tras lo cual miembros de los Tedax procedieron a la neutralización y recuperación del artefacto.

La sala basa su decisión en las confesiones que realizaron Zapirain y Etxebarria en sede policial y judicial el primero y sólo ante la policía de la segunda, que fueron “absolutamente voluntarias y nunca obtenidas bajo torturas o presiones psicológicas que impediría su consideración como prueba”.

Además, concluye la participación de Pastor tanto en la recogida del coche-bomba como en su traslado en el hallazgo de su perfil genético tanto en el volante como en la palanca de luces y limpia-parabrisas del mismo.

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