Martitegui se declara “muy orgulloso” y reivindica todos los asesinatos

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El ex 'número uno' de ETA Jurdan Martitegi Lizaso se declaró ayer “muy orgulloso” de su militancia en la banda terrorista e hizo suyas todas las acciones cometidas por la organización durante su medio siglo de historia. Se negó además a participar en el juicio por el atentado cometido contra el cuartel de la Guardia Civil de Calahorra por considerarlo “una farsa”.

“Me llamo Jurdan Martitegi Lizaso. Soy militante de ETA y me siento muy orgulloso de serlo. Hago mías todas las acciones político-militares que ETA ha realizado en medio siglo de historia”, se limitó a decir el que fuera jefe de comandos, para añadir que no reconoce la legitimidad del tribunal para juzgar a la “resistencia vasca” y que “no piensa participar en esta farsa”.

Estas fueron las únicas palabras pronunciadas por el antiguo jefe de la organización terrorista, que fue detenido en abril de 2009 en la localidad francesa de Montauriol tras los pasos de Javier Francisco López Peña 'Thierry', Garikoitz Aspiazu Rubina, 'Txeroki,' y Aitzol Iriondo, otros ex líderes de la banda apresados en esos meses.

Martitegi se enfrenta junto a Arkaitz Goikoetxea e Iñigo Gutiérrez a sendas penas de 675 años de cárcel por la presunta comisión de 33 asesinatos terroristas en grado de tentativa, uno de estragos, otro de tenencia de explosivos, dos delitos de detención ilegal y otro de robo de vehículo a motor.

Poco antes, el que fuera jefe del 'comando Vizcaya' de ETA, Arkaitz Goikoetxea Basabe, se negó también a responder a las preguntas del fiscal, la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y la acusación particular de una víctima, para declarar a su defensa que no fueron “ciertas” las declaraciones que prestó ante la Guardia Civil.

Tras su declaración, a la que el público respondió con el puño en alto, el tercer acusado, Iñigo Gutiérrez rechazó haber participado en el atentado cometido en el cuartel de la Guardia Civil en Calahorra en 2008 y añadió que ese día se encontraba con varios amigos.

Testigos

En la vista oral, declaró la pareja de senderistas cuyo vehículo utilizó el comando para cometer el atentado. “Salieron dos personas encapuchadas con pistola en mano, nos esposaron y nos quitaron las llaves del vehículo y los teléfonos móviles”, recordaba el hombre, para añadir que les introdujeron en la parte trasera de una furgoneta, mientras cargaban de “lo que parecían ser bombonas de butano” su Honda Civic.

Uno de los captores se despidió de otro con un “Gora ETA” y les trasladó a un escondite donde les conminó a permanecer durante media hora antes de desprenderse de las bridas que les maniataban. Tras ello, la pareja salió a pedir ayuda y una familia les socorrió.

El fiscal Carlos Bautista sostiene en su escrito de conclusiones provisionales que Arkaitz Goikoetxea, alias 'Dulantzi', y Jurdan Martitegi, 'Arlas', formaban parte en febrero de 2007 del comando 'Askatun Haizea', junto a los etarras Asier Borrero e Iñigo Gutiérrez Carrillo.

Atentado de Calahorra

El comando decidió el 21 de marzo de 2008 colocar un coche-bomba frente al cuartel de Calahorra, situado en la calle General Gallarza, para que hiciera explosión a las 14.00 horas. El artefacto estaba compuesto de dos barriles de cerveza de unos 50 litros cada uno con explosivo amonitol.

Los terroristas fabricaron la bomba en un piso de Ezcaray y lo trasladaron en una furgoneta, en la que se encontraron rastros genéticos de Goikoetxea, hasta Álava. Allí, hicieron una parada esperando al paso de algún vehículo para utilizarlo en el atentado.

Siguiendo esta estrategia, los etarras retuvieron a una pareja que se preparaba para una jornada de senderismo, les encañonaron y retuvieron, maniatados con bridas y con los ojos cerrados, mientras cargaban su Honda Civic de explosivos.

Martitegi condujo dicho vehículo hasta la casa cuartel, mientras Gutiérrez realizaba labores de lanzadera y Goikoetxea y Borrero custodiaban a la pareja detenida, que fue liberada a las 14.20 horas. Aparcado el coche-bomba, Goikoetxea avisó a la DYA de Álava y a los bomberos de Calahorra, lo que sirvió para desalojar las viviendas y evitar una masacre.

El edificio albergaba a 33 personas, de las cuales al menos 23 eran guardias civiles. El ataque dejó siete heridos y causó daños superiores a los 4,7 millones de euros en inmuebles y vehículos estacionados en la zona. El ataque se produjo apenas dos semanas después de que ETA asesinara a tiros al exconcejal del PSE Isaías Carrasco en el portal de su vivienda en Mondragón-Arrasate (Guipúzcoa).

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