“La mamitis es sana. Es apego seguro. Es salud mental”

"La mamitis es sana. Es apego seguro. Es salud mental"

Laura Olave

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'Apego, vínculo y contacto' es el título del taller que se celebrará en Logroño el próximo 25 de octubre. Un taller impartido por la psicóloga especializada en prevención y, como ella misma, enfatiza, madre. Las personas interesadas en asisitir al taller pueden reservar su plaza a través del correo electrónico, info@centroraiz.com o llamando al teléfono 941 572 572.

'Apego, vínculo y contacto'. ¿A quién va dirigido este taller?

A todas las personas que tengan que ver con el mundo de la maternidad: madres, padres, psicólogos, madres de día, educadores, matronas, pediatras, abuelos y abuelas, doulas, etc. Hablaremos de una serie de cosas que son imprescindibles tanto si tienes una familia como si eres un profesional que trabaja en el mundo del embarazo, parto o crianza. Hablaremos de la importancia de todo lo que ocurre desde el principio, desde la concepción, pasando por el embarazo, parto, postparto y primeros 3 años. Es una etapa de la vida muy importante, de hecho es la más importante de todas. Nos marca para siempre.

¿Por qué cree que son necesarios este tipo de talleres?

Básicamente porque los padres, y algunos profesionales de otros campos como por ejemplo la pediatría, no tienen (ni tienen por qué) la formación en psicología necesaria (a no ser que se hayan formado aparte) para tener una serie de claves y cosas a tener en cuenta que les ayudarían mucho en casa y en el trabajo. Sobre todo son necesarios porque el mensaje que nos lanza la sociedad es erróneo. Por ejemplo, nos dicen constantemente que no cojamos a los niños en brazos porque si no se “acostumbran”, pero el cariño es una necesidad básica principal que jamás debe limitarse. El no cogerles en brazos, el no atender su llanto, puede traer de la mano consecuencias graves, como alteraciones en el cerebro o que se geste un tipo de apego inseguro, que condicionará nuestras relaciones de por vida, incluyendo la relación con nosotros mismos. Es importante y necesario que haya este tipo de talleres, pero no sólo para los adultos. Quienes lo necesitan más son los niños que viven en esas casas o acuden con su familia a esos profesionales. En definitiva, los necesita la sociedad al completo, para poco a poco, generación tras generación, ir cambiando el mundo enfermo en el que vivimos y aproximarnos lo más posible a la salud.

¿Qué les diría a todas esas mujeres que van a ser madres por primera vez?

Que se olviden de todos esos artículos deshumanizadores con los que las van a bombardear, diciéndoles que un bebé necesita infinidad de objetos inútiles que lo único que hacen es romper ese contacto que si necesita el niño. Que lo que les va a hacer falta es apoyo familiar para poder relajarse y estar con su bebé (las visitas y ayudas son para eso, para hacer las cosas de casa, no para separar al bebé de la madre), un portabebé ergonómico que les va a facilitar la vida y va a favorecer el contacto, y poco más. Ah, y unos buenos tapones de oídos para poder capear la lluvia de opiniones y consejos no pedidos que van a recibir, que aunque suelen ser bien intencionados, lo habitual es que sean erróneos.

No sé si te has fijado alguna vez en la sección de bebés de cualquier supermercado. Más que sección de bebés debería llamarse “sección de aparatos de contención”. Cunas, vallas, barreras, cinturones…todo está lleno de aparatos para contener al bebé, para evitar el contacto, para que nuestra vida anterior no se vea afectada. Pero nuestra vida ha cambiado, y ese bebé necesita los brazos y la mirada de su madre, y poder explorar, aunque con vigilancia por si pasa algo, para poder desarrollarse correctamente.

Le diría a todas esas mamás primerizas que busquen un grupo de crianza (o un círculo de familias como el que vamos a crear en Logroño), que se apoyen en otras familias, que abracen a sus bebés, que les cojan en brazos, que jamás les dejen llorar solos, que se olviden de lo que les transmite la sociedad y que tengan en cuenta que somos mamíferos y que la memoria de la especie es lo que prima en un bebé, no lo que dicta la cultura.

¿Qué es lo que más necesita un bebé?

A su madre. No es cuestión de preferencias de género, es que su madre es el cuerpo donde han vivido durante 9 meses, y los siguientes 9 meses tras el parto, los bebés viven en un útero psicológico, lo que se conoce como exterogestación. Necesitan estar junto a su madre, sentir su piel, verse reflejados en su mirada, olerla, sentir su presencia. De hecho el bebé no percibe que es un cuerpo separado de la madre hasta los 6 meses tras el parto, y una separación traumática o sistemática puede acarrear una futura estructura psicótica al producirse una escisión del yo como defensa psicológica ante una realidad que el bebé no puede soportar (con lo que crea una realidad alternativa). Es como si le partiesen por la mitad. Esto es lo que puede ocurrir, por ejemplo, cuando se aplica a los niños el famoso método Estivill, que es tremendamente dañino.

Desde que el bebé nace, se está formando el yo, la base de esa persona, en lo que se conoce como las “relaciones objetales”. Se pasa por una serie de fases en las que el niño poco a poco va diferenciando su propio cuerpo y su propio ser del de la madre, culminando en torno a los tres años de edad, con la formación del yo (para lo cual pasan por una fase de reafirmación necesaria, con las rabietas, que deben ser acompañadas y son signo de salud), y por tanto, en contraste, entender que existen los “otros”. Si no se forma ese yo, nunca se entiende que hay otros, no se ve completamente a los demás, no hay empatía real, la persona está vacía.

Colecho, ¿sí o no?

Sí rotundo. ¿Qué haría si viviese en la prehistoria? Es una pregunta guía que planteo siempre a las familias. Lo que haría en este caso es dormir con mi bebé. No somos nada en la evolución del ser humano comparándonos con los años de evolución del mismo. Estamos diseñados biológicamente para dormir pegados a nuestra madre. En otros tiempos, dormir separado de la madre significaba morir de hambre, de frío, a manos de un depredador…El bebé es puro instinto. No sabe que estamos en un piso, seguros y calentitos. Tiene grabadas una serie de conductas preprogramadas llamadas conductas de apego, como el llanto, la sonrisa, la mirada…que están destinadas a mantener la cercanía de la figura de apego para sobrevivir, ya que el apego tiene que ver con la supervivencia, no con el amor como se suele pensar, aunque esté implícito en un apego seguro. Son conductas instintivas, no intencionales, el bebé es incapaz de manipularnos, simplemente por desarrollo cerebral.

El colecho no sólo es lo que deberíamos hacer de manera natural, sino que es más cómodo para la madre (lactancia materna, o simplemente para atender al bebé). Pero lo más importante es que un bebé solo en una cuna puede sufrir daños importantes. Cuando nos estresamos o tenemos miedo, nuestro cerebro segrega cortisol. El cortisol en cantidades elevadas daña las conexiones neuronales, y de hecho incide directamente dañando los procesos de aprendizaje y memoria que se localizan en el hipocampo, que se atrofia por efecto del cortisol. La amígdala, que controla el miedo y la ansiedad, suele agrandarse. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, cuando se aplican métodos de adiestramiento del sueño por desgracia muy populares. Un bebé ya sabe dormir, no hay que enseñarle nada. Un bebé tiene un patrón de sueño diferente al del adulto, al igual que cuando somos ancianos también es distinto. El patrón de sueño del bebé implica múltiples despertares para sobrevivir, ya que eso garantiza la cercanía de la madre. Por ello dejar a un bebé en su cuna para que “aprenda” a dormir es tremendamente dañino, ya que implica un patrón de estrés que se convierte en crónico. De hecho sienta las bases para la depresión, la ansiedad y multitud de patologías futuras. Lo mejor que podemos hacer, siempre siguiendo ciertas recomendaciones de seguridad, es dormir con nuestros hijos, como hemos hecho como especie desde el principio de los tiempos. Ellos solos, si no pasa algo en la relación familiar que lo frene, se van a su cama y se independizan cuando toca.

Entonces, ¿por qué hay tantos detractores?

Lo primero que tenemos que saber es que esas críticas suelen venir de un proceso psicológico llamado disonancia cognitiva, consistente en que cuando tengo dos ideas incompatibles tiendo a justificar inconscientemente la que más me conviene. Por ejemplo: quiero una chocolatina, pero estoy a dieta: mañana voy a ir al gimnasio. Se trata de mantener a flote el autoconcepto, autojustificarse. Lo hacemos todos, es un proceso muy habitual, pero en el caso de la crianza “con apego” se recrudece muchísimo. Si alguien te muestra un modo de criar tan diferente al que tú llevaste o llevas a cabo, en tu cabeza surge la idea de “si esto está bien, lo que hice o hago yo está mal, por lo tanto soy mala madre”, y para mantener a flote ese autoconcepto, se demoniza esa crianza diferente que nos muestran con todo tipo de críticas infundadas (si es el otro el que cría mal, yo he sido o soy buen padre).

Por eso ayuda saber que las críticas se deben a esto y que la persona que las emite en realidad no habla con nosotros, sino consigo misma. Se está autojustificando. Esto ocurre por ejemplo en las guerras. Los soldados no podrían matar o cometer crímenes de guerra sin la disonancia cognitiva. Necesitan una excusa inconsciente, despersonalizar y demonizar al enemigo (son terroristas, lo hago por mi país, etc).

En el caso del método Estivill, la disonancia cognitiva funciona a las mil maravillas, porque la primera necesidad que se ve afectada en los padres es el sueño. La opinión del “experto” sirve para proporcionar esa excusa inconsciente que necesitan para dormir ellos, los padres. Es la gallina de los huevos de oro, a costa de la psique de millones de niños. Muchos padres ni siquiera son conscientes de esto, todos buscan hacer lo mejor para sus hijos y creen que con este método están haciendo bien, pero no es así. De hecho, si se supiese que Estivill no es un experto en sueño infantil y que sólo es la cara de una maquinaria comercial, que el método no es suyo (es de Ferber, que se retractó en su día debido a los estudios científicos que mostraban lo dañino que era), que el libro no o escribe él sino una periodista, que no hay estudios que avalen el método y en cambio sí los hay que demuestran lo perjudicial que puede llegar a ser…muchas familias se lo plantearían.

A pesar de todo esto, tenemos que saber que el porcentaje de colecho sumergido es altísimo, es decir: muchísimas familias practican colecho aunque no lo admiten, sólo por miedo al qué dirán.

La Organización Mundial de la Salud recomienda la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses. ¿Son suficientes?

Es recomendable hasta que el niño se destete por sí mismo, siempre que sea posible. Sin presiones, sin imposiciones. Si todo va bien, el destete natural por iniciativa del niño suele darse a partir de los tres años y de manera gradual. Nótese que digo “a partir”, no que haya que destetar a los 3 años. Actualmente la OMS además recomienda la lactancia materna combinada con otros alimentos al menos hasta los dos años, yo iría más allá y recomendaría hasta los tres años por lo menos, y que fuese el niño el que se fuese destetando de manera natural. En torno a esta edad, puedes empezar a darte cuenta de que el niño te pide menos, o ya sólo te pide para dormir. Es el inicio de este proceso gradual, cuya duración depende de cada niño y de su historial. Otros niños comienzan algo más tarde, lo cual es normal dado que la sociedad en la que vivimos nos pone muy difícil que todo vaya bien para que este proceso se dé a partir de los tres años.

Sin embargo, las madres trabajadoras solo tienen 16 semanas de baja por maternidad. ¿Cómo compatibilizar la lactancia materna con la vida laboral de la madre?

Es que la baja por maternidad debería ser precisamente de 3 años, que es el periodo de tiempo en el que el niño es dependiente por naturaleza de su madre. Tampoco debería ser considerada una baja por enfermedad, no lo es, debería ser un permiso especial. En otros países el permiso por maternidad es mucho más amplio, porque son conscientes de lo que implica, tanto en el ámbito social (una sociedad más sana), como en el laboral (trabajadoras más implicadas). El gasto en guarderías públicas excede con mucho el que supondría remunerar bajas más extensas.

Como la realidad es así, son 4 meses escasos, las madres que desean continuar con la lactancia materna, pueden hacerlo. Existen permisos por lactancia (aunque ridículos), pueden sacarse leche para que otra persona se la dé al bebé y la lactancia materna no se pierda, y, sobre todo, si hay cualquier dificultad relacionada con la lactancia, pueden contactar con una consultora o una asesora de lactancia. Como poder, se puede incluso relactar si se ha perdido la lactancia materna. Hay personas que adoptan niños y con ayuda de un relactador, consiguen producir leche propia para el bebé que han adoptado.

Un tiempo demasiado corto que también obliga a todas esas madres trabajadoras a llevar a sus hijos a la guardería con tan solo cuatro meses de vida.

Efectivamente, y es un verdadero drama. Los niños menores de tres años deberían poder estar con su madre, y su madre poder estar con ellos. Pero en la mayoría de los casos no es posible, porque ambos miembros de la pareja deben trabajar para llegar justos a fin de mes. Se viven escenas terribles en las puertas de las guarderías, niños arrancados de los brazos de sus madres llorando ambos desconsolados. Además suelen decir a las madres que en cuanto ellas se van los niños dejan de llorar, como si fuese cuento del niño o se le pasase luego. No es así, lo que ocurre es que, como ya mencione anteriormente, el llanto es una conducta de apego destinada a mantener la cercanía de la madre para sobrevivir. Si la madre desaparece, la conducta de apego no tiene sentido, pero el niño, lejos de estar bien, está mucho peor.

Lo peor de esto son las consecuencias. Además de lo que hemos comentado antes que ocurre en el cerebro del niño cuando están sometidos a situaciones de estrés, si había un apego seguro, puede cambiar radicalmente (afectando de por vida a ese niño). El niño vive estos episodios como si le abandonasen, de hecho lo viven como duelo patológico, es decir, como si la madre muriese.

Esto sería diferente si en las guarderías se hiciese un periodo de adaptación real, no la caricatura del mismo que se suele hacer. El periodo de adaptación no es llevarle cada vez más tiempo solo a la guardería, ni tiene duración determinada. Cada niño necesita un tiempo diferente, y se hace con la figura de apego delante. Esto permite que el niño se vaya vinculando con las cuidadoras y con el nuevo espacio de manera gradual, hasta que un día la madre se va y el niño no se queja. Entonces está adaptado. Hacerlo de otra manera no es adaptación, es resignación.

Otro factor es el número de niños y la formación recibida. Por mucho que las cuidadoras quieran hacerlo estupendamente y sean personas maravillosas, tienen muchos niños y no pueden hacerlo como desean. Existe la opción de las madres de día (casas nido en otras comunidades, mamás por horas en esta comunidad). Cuidan a muy pocos niños, en su casa acondicionada para ello, y la diferencia es muy grande.

¿Qué es el método canguro? ¿Cuáles son sus beneficios para la madre? ¿Y para el niño?

Consiste en hacer “piel con piel” con el bebé, sobre todo tras el parto. Este es otro ejemplo de un término que no debería existir o utilizarse. Llamamos método canguro a lo que debería hacerse de manera natural, por sistema, y poniéndole un nombre establecemos como normal lo patológico, que es separar al bebé de su madre. Tampoco es un método. Simplemente, el cuerpo de la madre es el hábitat del bebé. Es donde debe estar, con más motivo en esos momentos críticos para él, tras el parto. Recordemos que hasta los 6 meses no percibe que es un cuerpo separado de la madre y todo lo que puede ocurrir. Además, las separaciones postparto inciden directamente en el vínculo. Si ese vínculo primario no se produce, si se lo roban tanto a la madre como al bebé, podemos hablar de nuevo de estructura psicótica.

Hay estudios que demuestran la rápida recuperación de bebés prematuros o con problemas al ponerlos piel con piel (si la madre no puede, se puede hacer con el padre o con otra persona, aunque es preferible que sea la madre). Las incubadoras, que lo único que hacen es dar calor, no deberían existir. El cuerpo de la madre proporciona ese calor y además ese continuum, ese contacto que el bebé necesita como respirar. Cualquier tratamiento puede administrársele al bebé encima del cuerpo de la madre.

De todos modos, no me gusta hablar de beneficios, porque de nuevo normalizamos lo perjudicial. Es lo que se debería hacer. Igual que criamos con respeto porque es lo que se debe hacer, por ética y responsabilidad, no buscando beneficios futuros.

Los hay que aseguran que todas estas nuevas técnicas pueden aflorar en el niño una especie de 'mamitis'. ¿Qué les diría?

Que perfecto, la mamitis es sana. Es apego seguro. Es salud mental. Un niño que reclama a su madre, que pide que le cojan en brazos y que atiendan sus necesidades está actuando como debe en la edad a la que toca.

Somos una especie altricial, lo cual significa que nacemos inmaduros y dependientes de la madre. De hecho somos la especie más inmadura de todas. Otros mamíferos nacen y ya andan, incluso los monos son capaces de aferrarse al pelo de su madre. Nosotros ni eso. Que seamos una especie tan dependiente viene propiciado por la evolución durante la prehistoria, debido a la bipedestación del ser humano, que trae como consecuencia el estrechamiento del canal del parto y por tanto, para poder nacer, necesariamente se reduce el volumen craneal y cerebral del feto. Por eso nacemos tan inmaduros. Y por eso, más que ninguna otra especie, necesitamos el cuidado y la cercanía de la madre, de día y de noche. La dependencia en los primeros años es natural y sana. La “mamitis” es sana. De hecho, el vivir esta dependencia sobre todo los 3 primeros años, es lo que propicia que luego haya una independencia gradual y real, que de otro modo no existe.

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