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La chispa no se entrena

La chispa no se entrena

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Salaverri brilló en el festival que acogió tres finales de aficionados en el Adarraga logroñés: La de juveniles del Torneo Embalajes Blanco, más las de los campeonatos del cuatro y medio en infantiles y cadetes.

El primer partido de la tarde acabó con emoción, ya que Bobadilla remontó un 17 a 13 ante Mínguez, para terminar venciendo por 18 a 17 en la final del cuatro y medio de infantiles. Por cierto que Bobadilla está enrachado, ya que ganó hace un par de semanas el Torneo del Baztan, en Elizondo, en compañía de Gamboa (final a la que pertenece la siguiente foto).

A continuación se jugó la final de la jaula en categoría cadete, con claro triunfo de Pérez sobre Altuzarra por 22 a 9. La claridad del resultado sirve para resumir el desigual partido.

En último lugar se jugó la final del Torneo Embalajes Blanco en categoría juvenil, enfrentamiento que también resultó poco igualado, ya que Mediavilla y Salaverri dejaron en 7 a Pedro Ruiz y Altuzarra. Estos últimos no tuvieron cosa buena: el zaguero fallón, y el delantero desesperado en su intento por entrar a todas las pelotas. En cambio, los vencedores jugaron con seriedad y acierto. El delantero, Daniel Mediavilla, ofreció buenas maneras y correcto despeje de la pelota, serio pelotari que mejoraría sin duda con un poco más de juego de aire. Aún así, ganó un potente gancho al ancho, más otros dos remates y 4 saques.

Pero el jugador que encandiló a los aficionados que se acercaron hasta el Adarraga fue Salaverri hijo, el vástago del ex profesional y actual presidente de la Federación Riojana de Pelota, Javier Salaverri, que juega con el apellido paterno como nombre de guerra: Al chaval le sale la pelota de las manos como un auténtico misil, tiene esa chispa que se posee o no, pero que no se puede conseguir con el entrenamiento. El prometedor zaguero dominó con claridad en la zaga, cubrió mucha cancha, y le sacudió a la bola con gracia, salero y longitud. Una bonita sorpresa en un festival que, como muchos jueves, ofrece interesante pelota aficionada en el recinto logroñés. En la foto, Salaverri con la boina de campeón, al lado de su orgulloso padre.

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