Una maestra en paro prepara comida para llevar a aquellos niños que necesiten ayuda alimenticia

Una maestra en paro prepara comida para llevar a aquellos niños que necesiten ayuda alimenticia

Rioja2

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Ana María Sáez es maestra de escuela, está desempleada y no recibe ninguna prestación. Actualmente ha cambiado la bata de profesora por el delantal. Cocina un menú completo para seis menores que provienen de familias que tienen dificultades para proporcionar una dieta adecuada a sus hijos. La semana que viene espera tener que cocinar para diez.

Todo empezó hace un año, a Ana María decidió actuar cuando el gobierno regional se negó a abrir los comedores escolares en verano. Ese mismo año ya se había recortado el presupuesto dirigido a las becas comedor.

Ana María pensó que ella podría ofrecer una solución a las familias que más lo necesitasen. Buscó un equipo de voluntarios y, decididos, hablaron con el Ayuntamiento. Era de esperar la negativa oficial del consistorio, pero querían agotar esa vía. Sin ningún apoyo institucional el tiempo se les echó encima y su intención se quedó en nada.

Este año ha decidido actuar por su cuenta. A través de las redes sociales ha difundido su causa en busca de colaboradores y personas que necesiten su ayuda. Empezó a repartir menús el 1 de julio y ya tiene seis familias que han solicitado su ayuda, para la semana que viene espera aumentar el número a diez.

Cada día cocina una comida y una cena que las familias van a recoger. De esta forma los menores comen en casa. “A veces también se llevan algo para merendar: un zumo o un bocadillo de chorizo”, dice.

En la red ha recibido comentarios de todo tipo, críticas de personas que no creen en su buena fe, comentarios de apoyo y de gente que quiere sumarse a su causa. “Cada día subo fotos de los donativos que recibo y de la comida, quiero que la gente vea que es real”, explica. Es habitual también que la gente le diga que su función ya está cumplida por entidades como la cocina económica o por el banco de alimentos.

“Realizan una gran labor, pero la comida sale a cuenta gotas y sobre todo suele ser comida no perecedera. Aquí intento que sean productos frescos”, contesta a aquellos que dudan de su labor. “Incluso hay gente que quiere colaborar que viene a la hora de la entrega, para ver que todo es verdad”, insiste.

Ana María no se fía de los políticos, no cree en sus palabras, y le gusta comprobar con sus ojos que las cosas se están haciendo bien. Mientras no vea que los niños tienen un lugar al que acudir a comer en verano, seguirá cocinando para ellos.

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