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El 2 de diciembre de 2016

Tiempo de lectura: 04:58
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Podemos, la solvencia y Dick Fosbury

Luis Illoro. Podemos La Rioja

Durante estos meses se ha hablado bastante del papel que Podemos debe jugar en las instituciones, y más que se hablará de cara al nuevo Vistalegre, nuestra Asamblea Estatal. Parece que se ha convertido en una de las piedras de toque de esa separación que se intenta dibujar entre un Podemos institucional y un Podemos de calle, entre la solvencia y la protesta y la reivindicación.

Desde muchos ámbitos se está insistiendo en que estos dos perfiles no son contradictorios y que pueden conjugarse en una acción política coherente que aúne estas dos facetas. Me gustaría dar mi opinión abriendo un poco más el foco.

Creo que, por más que sea necesaria una relación fluida, elástica, entre las diferentes patas que hoy tiene Podemos  -la institucional, la de los Círculos y la de la estructura del partido- y aceptando que entre la calle y las instituciones no existe una contradicción a priori; la labor que dirija los pasos de la acción política de Podemos debe tener en todas ellas un sentido claro: la impugnación de los mecanismos actuales de toma de decisión política y el cambio de modelo hacia otros que pongan a los ciudadanos en el centro del tablero, como objetos prioritarios y sujetos principales también de esa acción.

Ese principio se conjugó a la perfección en los primeros meses de Podemos entre la imagen pública, muy centrada en los medios, de los principales líderes de la organización, y las acciones de calle, movilización y empoderamiento ciudadano de los primeros e incipientes Círculos. Pero hemos crecido. Hemos crecido hasta un punto inimaginable hace apenas tres años y hoy el empoderamiento autorreferencial que suponían las reuniones de aquellos Círculos y nuestras pequeñas acciones de calle ya no son suficientes. En esto tienen razón todas las que ponen el acento en que, superados los 5 millones de votos y con representación en todos los niveles institucionales, tenemos sobre nosotros una responsabilidad superior para con nuestros propios objetivos y el magma social que se ha movilizado en torno a Podemos. Y para con esa responsabilidad solo vale la solvencia.

Y por otra parte, si bien este crecimiento supone nuevos retos en unas instituciones con ritmos y reglas que les son propias, los Círculos siguen realizando su labor y el partido debe encontrar un medio para hacer compatible los frutos de la aceptación social de Podemos con sus objetivos como organización que ván mucho más allá de acaparar poder institucional porque sí. El objetivo era, y sigue siendo, si Vistalegre no lo remedia, dar la llave del poder a la gente, acabar con un sistema que secuestra a los partidos y los pone al servicio de los grandes poderes financieros, empoderar ciudadanía, redefenir la democracia.

El éxito de Podemos fue cambiar el punto de vista desde el que enfrentar los problemas y sus posibles soluciones, seguir la senda del 15-M que nos demostró que “el rey estaba desnudo” y, desde esa nueva mirada, empezar a hacer labor política. Nuestro reto es seguir manteniendo esa forma diferente de enfocar en nuestro trabajo institucional. Poniendo a la gente en el centro.

Y para ello, debemos huir del institucionalismo al uso y encontrar, aún estamos probando, ese institucionalismo que case con la labor política que nos marcamos. Y es aquí donde entra Dick Fosbury. Fosbury fue un saltador de altura norteamericano de los años 60 y 70 del siglo pasado. Inventó una nueva forma de saltar por encima del listón, de espaldas, la forma en la que hoy vemos saltar a todos los atletas. Pero en los años 60, cuando él perfeccionaba su técnica nadie lo tomó en serio. La solvencia de Dick Fosbury se demostró cuando en las Olimpiadas de México de 1.968 se alzó con el título de campeón olímpico con un salto de 2,24 metros. Fosbury puso de manifiesto que, sin ser el atleta más dotado de su tiempo para la disciplina, utilizando su nueva técnica se podían alcanzar resultados espectaculares. No demostró su solvencia saltando de costado, rodillo ventral se llamaba. Y ganó.

Podemos debe de ser como Fosbury en su acción institucional, demostrando por la vía de una acción institucional diferente que su sentido político y sus objetivos no solo son realizables sino que consiguen resultados superiores para la ciudadanía a los de la institucionalidad clásica. Y que esa acción institucional es coherente y compatible con la acción de organización ciudadana y popular y movilización social que caracterizó nuestros dos primeros años. Porque ese es el objetivo estratégico de nuestro trabajo político.

Podríamos aceptar las reglas que hemos encontrado y demostrar que con sus mecanismos y sus instituciones y su forma de hacer obtenemos mejores frutos –es la acción que hoy enfrentan los Ayuntamientos del Cambio- pero si nos conformamos con ello, si perdemos de vista que no es ese nuestro objetivo último sino convertirlos, de verdad, en instrumentos para la ciudadanía, nuestro recorrido será corto. No digo que no haya que empezar por ahí, pero que nuestra mirada se eleve más. Debemos ser conscientes donde gobernamos de los techos de cristal que la legislación, los sistemas de financiación y la dinámica de partidos nos ponen para lograr nuestros objetivos, y hacer evidentes esos topes, esos límites a la ciudadanía. No considerar esta acción como el reconocimiento de un cierto nivel de fracaso, sino como la puerta para la consecución de nuevos logros. Y donde somos oposición empeñarnos en enseñar ese lado oculto, esa trampa de espejos que hacen del pensamiento único norma general de la acción pública. Debemos hablar distinto que los viejos partidos, hacer diferente, actuar de manera que quede clara la distancia no solo de objetivos, sino en la forma de intentar conseguirlos. Solo si, como Fosbury, seguimos saltando de espaldas y recordando en cada momento que convertir a la ciudadanía en protagonista es nuestra razón de ser podremos alumbrar un nuevo espacio público. Una nueva institucionalidad que responda a nuestra apuesta en la calle, entendiendo por calle todo aquello que no se encierra en el triste caparazón de nuestros Parlamentos y Ayuntamientos. Unas instituciones al servicio de la gente.

Esto es considerar que Podemos debe continuar siendo inasible, inasumible, inaceptable para el sistema, debe enfrentarse en la institución y en la calle con otra mirada a los problemas. Y debe ser capaz, a partir de ahora, de enmarcar esas diferentes labores –que tienen ritmos, tiempos y desarrollos diferentes- en un gran movimiento popular plural, solvente e impugnador que cristalice calle a calle, pueblo a pueblo, barrio a barrio, ciudad a ciudad para convertirse en un instrumento en manos y al servicio de la gente. Y eso da miedo a algunos, está claro. Debemos demostrar nuestra solvencia, como Fosbury, mostrando cuáles son los frutos de esa nueva forma de hacer y el nuevo futuro que se abre con ella. Y el miedo, el desprecio desaparecerán o quedarán solo en las manos de esos pocos, que con nuestra nueva forma de saltar, pierden.

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1 comentarios

#1
Eva04/12/2016 00:24h

Que si Illoro, cuenta milongas en otro sitio. Dedicate a trabajar de verdad y no a comer de la sopaboba en el Parlamento.

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Luis Illoro. Podemos La Rioja
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