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El 25 de abril de 2018

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Mastergate

José Manuel Padilla. Periodista

Numerosos jóvenes españoles estamos viendo estupefactos cómo el sistema universitario tiembla ante el caso del máster de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes.

A muchos jóvenes se nos dijo: “estudia, fórmate, prepárate que tendrás muchas oportunidades” laborales y de futuro.

Con mucho esfuerzo académico y económico muchos nos embarcamos en la aventura de estudiar una carrera universitaria y posteriormente uno o dos másteres gracias al apoyo moral y económico de nuestras familias.

Tras años de estudio y formación nos encontramos con que ese castillo de naipes idealizado en nuestra imaginación se desmorona. Años después de una ardua y costosa formación muchos jóvenes nos encontramos con el paro, la precariedad y el exilio como únicas alternativas laborales.

Resulta desolador que el único ‘ascensor social’ legítimo que existía, como es el caso de la formación, se ve atascado por escándalos como este que pone en tela de juicio la formación de miles de jóvenes de la Universidad Rey Juan Carlos I, como es este caso.

El caso de Cifuentes no es único, pero ha servido para desvelar una serie de titulaciones inexistentes o de menor cuantía que lo que atestiguaban sus currículos en las páginas web de instituciones como ayuntamientos, parlamentos regionales,  Congreso, Senado o incluso la Eurocámara. Sin ir más lejos es el caso de la Eurodiputada riojana Esther Herranz o de la concejala de Ciudadanos en Logroño, María Luisa Alonso, entre otros.

Muchos jóvenes, con másteres de verdad, tienen que eliminar de sus currículos para poder encontrar unas oportunidades laborales más o menos dignas. Quienes se han presentado a procesos de selección de la Administración Pública, concursos u oposiciones, han podido comprobar en sus propias carnes cómo han tenido que compulsar decenas de veces sus titulaciones, resulta incomprensible cómo cargos públicos han inflado sus currículos sin miramientos.

Sería recomendable que, quienes aspiran o representar a la ciudadanía en la cosa pública, no mientan en sus currículos, ya sabemos que esto es España, la tierra del Lazarillo de Tormes, pero para “medrar” en política no vale todo y menos jugar con nuestro futuro. No pongamos en peligro eso de la igualdad, mérito y capacidad, aunque cada vez dudemos más de ello.

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José Manuel Padilla. Periodista
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