SUS INICIOS
Don Cosme García era un logroñés neto, hombre franco, alegre, de gran talento natural, músico, aventurero, ingenioso: sabía de todo, valía para todo y atravesaba la vida derramando ideas, ratos de placer, y sin conseguir una posición ni dinero. La reconstrucción de parte de su biografía se debe al testimonio de Don Canuto Rodríguez, otro paisano nuestro de memoria privilegiada, merced a la cual, pudo darnos detalles de la vida de Don Cosme.
Cosme nació en Logroño, un 27 de septiembre de 1818 (siendo bautizado al día siguiente) de padre logroñés (Andrés García), artesano, y madre navarra (Andrea Sáenz) de Aguilar. Siguiendo la tradición paterna se integró en la Milicia Nacional progresista de su ciudad natal desde muy joven. Se casa a los 19 años con Úrsula Porres y declara como profesión la de guitarrero, dos meses más tarde nacería su primer hijo, Vicente (tuvo otros dos de este matrimonio).
Fue efectivamente su primer oficio guitarrero: hacía guitarras y bandurrias, a cuyo instrumento había gran afición en Logroño. Poco después se dedicó a otro oficio, el torno al aire, que entonces eran muy escasos, y en el que demostró gran habilidad.
Luego Cosme, apodado "el Pinche" por su carácter inquieto, se dedicó al grabado en metales, en el cual hizo progresos. Haciendo buriles en el taller donde trabaja con Canuto Rodríguez; pero bien pronto Don Cosme se forjó en instrumentos y no necesitó de nadie. Entonces trasladó su taller a la calle de San Blas, donde la Plaza. En posesión de este oficio fue a Madrid y se dedicó al grabado para periódicos.
Emigra como tantos otros en los mejores años de los riojanos en Madrid, y con su ingenio allí hace fortuna. Una vez allá, a mitad del siglo XIX, fue protegido por un ministro. Sin duda se valió de esta protección para construir el submarino. Pero poco se supo realmente de él, de sus inventos y obras, lo que poco que se conocía fue por las pocas noticias que aparecían en la prensa de entonces.
No existe una clara precisión sobre las fechas en las que se produjo el traslado de Cosme García junto a su familia hacia la capital, todo hace indicar que fue entre 1849 y 1853, pero lo que sí es bastante evidente, es que su vinculación y posición dentro de la Milicia Nacional es lo que le valió para ser designado como regente de la Imprenta Nacional, siendo este su primer empleo en la capital. Sin embargo, la inestable situación política motivó que permaneciera muy poco tiempo en este cargo.
Debió de ser en el periodo de 1854-1856 coincidiendo casualmente con el llamado "Bienio Progresista" cuando Cosme García emprendió su trayectoria como inventor, pero apenas existe información y documentación sobre sus trabajos previos, sus bocetos y ensayos de lo que estaba a punto de vislumbrarse.
SUS PRIMEROS INVENTOS
El 16 de mayo de 1856, "García el Riojano" patenta sus tres primeros inventos:
Una "escopeta relámpago".
Una "máquina tipográfica".
Otra máquina "para toda clase de timbres en tinta".
Abona mil reales por cada uno. Lo hace con otros dos socios.
La primera patente de Cosme sobre armas de fuego "la escopeta relámpago" fue en mayo de 1856, pero no fue admitida en las pruebas para su legalidad. La segunda es del 8 de enero de 1862 en Madrid (también en Francia el 24 de febrero de 1862). Su innovación consistía "en que la carga se hace por detrás, sin baqueta, y se obtiene con la ayuda de un medio desconocido hasta ahora". "La carga del arma que el autor presenta se realiza como sigue: el fusil de caza o de guerra se mantiene fuertemente con la mano izquierda, la derecha tocará la pieza "J" con una ligera presión de abajo hacia arriba, así el seguro se libera y el pequeño obús sube hasta colocarse para recibir la carga, es decir, hasta dejar completamente descubierta la parte destinada a recibir la carga, y unos dos o tres milímetros más como se observa en el dibujo". El modelo falló en las pruebas y tampoco se le otorgó la concesión.
La "máquina tipográfica" constaba de un tintero receptáculo para la tinta, un cilindro y varios rodillos tomadores y distribuidores de la tinta sobre la platina donde se halla fijada la forma con la letra.
No tiene cintas y es fácil hacerla funcionar porque se consigue con sólo "la fuerza de un niño", dando vueltas siempre en una misma dirección a una rueda con su manubrio que tiene dicha máquina a uno de sus costados. Tuvo escaso éxito y sólo se conoce que con ella se imprimió la primera gramática española contemporánea de Griego.
Con la "máquina para timbres en tinta", sin embargo, Cosme García obtuvo éxito y muy buenos resultados económicos. Y el 19 de octubre de 1856 la Dirección General de Correos la utilizaba bajo contrato para sus servicios postales y al menos lo hace durante los veinte años siguientes. Esta es la descripción hecha por el propio Cosme García: "una máquina pequeña, que se compone de armadura de hierro, un émbolo y varios rodillos que recogen y distribuyen la tinta contenida en el bote sobre una platina de bronce" y consta de cambio automático de fecha.
El tema, parecer ser que es de gran importancia, no sólo como invento, sino para el propio coleccionismo del mundo del sello anterior al de modelo adhesivo. El invento y su contratación por Correos le aportó una muy destacada cantidad de reales, algo menos de un millón, con los que pudo financiar el invento más destacado que consiguió: el del SUBMARINO.
COSME GARCÍA, INVENTOR DEL SUBMARINO.
Para la construcción de su primer prototipo (hecho en hierro) acudió a la Maquinista Terrestre y Marítima de Barcelona. Tenía, visto de lado, forma de tonel apuntado truncado hacia la proa y la popa y medía tres metros de eslora (largo), 1,5 de maga (ancho) y casi 1,6 de alto. Constaba de una compuerta de entrada y escotillas en la proa y la popa. La inmersión se producía por la inundación de cuatro depósitos situados, dos a cada lado de la parte central y más ancha del casco. Con bombas se achicaba el agua para tornar nuevamente a la superficie.
Constaba además de otras cuatro aberturas en el casco en las que se instalaba la propulsión del buque con cuatro remos articulados accionados desde el interior. Fue probado en Barcelona sin buenos resultados.
El segundo prototipo, también construido por la Maquinista, fue probado en Alicante. Las primeras pruebas se hicieron en el verano de 1860 participando en la inmersión sus hijos. Cosme García patentó el "aparato-buzo" el 8 de mayo de 1860 en Madrid y el 25 de abril de 1861 en Francia. Sus dimensiones eran mayores: 5,75 metros de eslora, 2,25 de alto y 1,75 de ancho. El casco es de chapa de hierro. Consta de una entrada en la parte superior que se cierra herméticamente desde el interior; en los costados hay dos remos para girar el barco; cerca de la proa otros dos remos para sostener el barco y hacer que descienda o se eleve; en la popa una hélice para hacer navegar el barco; y en los lados y en otras partes del casco hay distintas escotillas para ver el exterior; y finalmente, en el interior del barco formando un segundo fondo, se encuentran dos tanques cuyo papel es el de hacer subir y descender el aparato. Las pruebas definitivas, las exigidas por la ley de privilegios (patentes), se realizaron de nuevo en Alicante el 4 de agosto de 1860 y fueron certificadas notarialmente.
El éxito de las pruebas hizo albergar a Cosme García esperanzas y así construyó un modelo del aparato todo de cobre que trasladó a Madrid para presentarlo a Isabel II. Fue llamado a Palacio y la reina admiró el sumergible, pero avisó a García que el gobierno no podía financiar ni comprar el aparato debido a los gastos de la guerra de África. Cosme García viajó a París, donde creía que su obra sería tenida más en cuenta. Napoleón III y sus técnicos examinaron el Submarino y se le invitó a trasladarse a Tolón para construir uno, pero García rechazó la oferta, probablemente por una cuestión de patriotismo.
El submarino quedó anclado en Alicante, hasta que la autoridad portuaria le informó que molestaba el tráfico marino y fue su hijo Enrique García el que lo mandó al fondo del mar donde aún permanece.
Años más tarde se dijo en Logroño que el "Pinche" había inventado un "pez". Pero entonces los periódicos dedicaban planas enteras a las pesadas discusiones políticas, amenizaban el papel con algún folletín y alguna receta para hacer tinta, y no se ocupaban tres días seguidos de un suceso, por importante que fuese. Lo del submarino se olvidó, los logroñeses dejaron de pensar en el "pez" y en el "Pinche", y sólo algún amigo particular volvió a saber de él.
La hemerografía riojana que nos ha llegado del reinado de Isabel II es muy corta. Apenas media docena de cabeceras. Los dos Boletines Oficiales, -el de la Provincia y el de la Diócesis- y otros cuatro: 'La luz riojana', 'El Zurrón del pobre', 'El Escudo Católico' y 'El Ebro'. Este último es de máximo interés porque narra lo que fue La Rioja en los años de la burbuja ferroviaria, cuando se estaba "tendiendo" la línea del 'Ferrocarril de Bilbao a Tudela, que cruzaría la región de una punta a otra (de este a oeste o al revés).
El periódico sigue una línea editorial claramente definida por el progreso y la modernización. Su Director, Celso Planzón, y los redactores de sus dos épocas, Justo Tomás Delgado y José Apellaniz en la primera; y, en especial, Ramón Ortigosa Valdés, en la segunda, editorializan sobre los ferrocarriles, la importancia de la cultura, el apoyo a la agricultura y también a "los nuevos inventos". En este contexto escriben una noticia sobre el 'Ictíneo' de Monturiol, con el cual rivalizó Cosme en una carrera por obtener el reconocimiento de ser el primer creador del submarino.
No tardó mucho Cosme en enterarse de esta información divulgada y por supuesto en rebatir esta noticia.
El documento publicado en el periódico de Logroño 'El Ebro' es una carta dirigida al Director del mismo desde Barcelona, el 1 de diciembre de 1861. En ella da a conocer a sus paisanos que él es el primero que ha inventado el submarino y también que fue el primero que hizo "ensayos" exitosos en el puerto de Alicante muchos meses antes de los que hiciera el Señor Monturiol.
Cosme García abandonó a su mujer y sus hijos para irse a vivir con su sirvienta María Egaña, con la que tuvo otros dos hijos. Murió el 23 de junio de 1874, pobre, sin ilusión y teniendo que pedir limosna, sin que el público apenas apreciase su obra. Uno de sus hijos volvió a ofrecer el submarino al gobierno español con motivo de la Guerra Hispano-Estadounidense de 1898, pero la oferta fue desestimada.
Textos e infografía: Francisco Bermejo.
Compilación y redacción: David Antón.