Quienes me conocen saben que llevo muy poco tiempo en esto de la política institucional y de partidos. Y que poco me gustan los mítines. Tan poco, que estoy teniendo mis primeras experiencias con ellos ahora, que soy yo una de las que han de intervenir, no sin cierto vértigo.
Hace unos días lo hice en Nalda junto a Pablo Iglesias en un acto centrado en el mundo rural, con sus problemas, retos y propuestas. Pensé en cómo hacer llegar el mensaje que quería transmitir y decidí comenzar con una historia que pudiera acercar a la gente a una realidad concreta de forma sencilla. Un relato que pretendía fuera ficticio, el de “María”, pero que bebía de historias de vida reales y de diferentes experiencias en distintas ubicaciones en el entorno rural.
Pues bien, la pretendida ficción, al ubicarla en un lugar concreto, pequeño, y con algunos datos reales, ha llevado al señalamiento de una persona, esta sí, de carne y hueso, a la que aprecio, con las consiguientes molestias.
No sé cuánto durará mi andadura por la política institucional en la que llevo cuatro meses. Amo mi profesión médica y a ella volveré. Lo que sí sé es que he iniciado este camino para intentar mejorar las vidas de personas como las que confluyen en el relato sobre “María”. Mi discurso en Nalda va a suponer un aprendizaje significativo. Me ha hecho ver que, cuando hablamos en público con altavoces mediáticos, mensajes breves o datos, estos pueden acabar afectando a personas concretas, y es preciso poner todo el empeño para que no sea así.
Hablo de historias de mujeres que cuidan y lo hago desde un profundo reconocimiento y aprecio a ellas, y desde la voluntad de hacer visibles los trabajos reproductivos y de cuidados que no están adecuadamente distribuidos, reconocidos ni remunerados. Cuando me refiero al mundo rural lo hago desde un sincero respeto, admiración y convicción de que en él están muchas de las soluciones a la crisis climática y de modelo de desarrollo en la que estamos inmersas. He vivido años en diversos pueblos en el ámbito rural. A la comarca de las Siete Villas le estoy agradecida por su riqueza en patrimonio cultural y natural, por su belleza -no en vano ambas Viniegras han sido reconocidas, de forma merecida, como unos de los pueblos más bonitos de España recientemente-, y principalmente, por todo lo aprendido gracias a sus gentes.
Dicho esto, vayan mis más sinceras disculpas a quien con mi intervención hace unos días en uno de mis primeros actos políticos se ha visto afectada por la misma. Nada más lejos de mi intención.
Hay muchas mujeres que como “María” compatibilizan empleos diversos con los cuidados, tanto en los pueblos como en las ciudades. Queremos avanzar hacia un horizonte morado, en el que las mujeres tengan protagonismo en todas las esferas de la vida y puedan vivir como deseen. Un horizonte en el que se consolide un sistema universal, público y suficiente de cuidados de larga duración para las personas dependientes, que permita crear empleo y restaurar el derecho de cuidadoras y cuidadores a cotizar a la Seguridad Social y a recibir prestaciones. En definitiva, poner la vida en el centro de nuestras prioridades.